Presidente Editor de GM sábado, 08 de marzo de 2014 h
Cuando decidimos desde GM comenzar a relatar lo que estaba ocurriendo en el Colegio de Médicos de Madrid (ICOMEM) algunas personas, pocas, comenzaron una defensa de la honestidad de la presidenta. Nosotros pensamos que el asunto llegaría lejos, y por eso bautizamos el caso como “WIKICOMEM”, ya que espías y revelación de secretos eran sus ingredientes. La todavía presidenta del ICOMEM ha mantenido que era víctima de los ataques de otras partes, porque quería mantenerse al margen de intereses comerciales. Sonia López Arribas se ha hecho la víctima de una conspiración, que está resultando serlo, pero con ella como instigadora. Siete de los ocho miembros de su propia Junta se querellan. López Arribas, su marido y el ex director general del ICOMEM, Mora, son imputados por revelación de secretos oficiales. El juez les ha citado como imputados el próximo 27 de Marzo, porque han ido en contra del principio de confidencialidad que firmaron, manteniendo el debido sigilo profesional. La razón y las consecuencias de sus actos se esclacererán en el transcurso del juicio, donde se verán los intereses de los demandados en proporcionar información a personas externas al ICOMEM. El escándalo de Wikicomem incluye anécdotas variopintas que nos recuerdan una aventura de Mortadelo y Filemón, como hacer creer a la Junta que Mora era espía del CNI, como les contaron para justificar su puesto. La demanda de los miembros de la Junta incluye otra anécdota en esta línea: La actual presidenta colocó entre sus ropas una grabadora mecánica, que comenzó a rebobinarse de manera ruidosa al acabarse la cinta, ante el asombro de todos los que eran grabados por su propia presidenta. Y en breve hablaremos de corrupción entre particulares, en una sucesión de acontecimientos que demuestran que GM acertaba al calificar de “hecho sin precedentes” lo que estaba ocurriendo.
La irrupción de notas aclaratorias por parte de compañías que operan en el sector de los seguros, pone de manifiesto que se ha entrado en una cuesta hacia abajo en la que no hay frenos. Ahora que está en manos de los jueces es momento de esperar. Nosotros lo contaremos.