Son tantas las vías celulares implicadas en metástasis — metabólicas, bioquímicas, genéticas, epigenéticas— que cada nuevo hallazgo proporciona un pequeño grano de arena que, no obstante, puede significar un hito en la lucha contra el proceso que provoca el 90 por cierto de las muertes en pacientes con cáncer.
Si muy recientemente el equipo del científico catalán Joan Massagué, en el Centro Memorial Sloan Kettering de Nueva York (EE.UU.), sugería el potencial de bloquear la molécula L1CAM para frenar metástasis de cánceres de mama o pulmón en el cerebro —sin descartar otros órganos—, un nuevo artículo publicado en Molecular Cell, liderado desde la Universidad de Cambridge con la colaboración del grupo de Manel Esteller, director del Programa de Epigenética y Biología del Cáncer del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Bellvitge (Idibell), propone una nueva vía de acción.
Se trata de una alteración epigenética que promueve la metástasis del cáncer de mama, que consiste en la sobreexpresión del gen EMSY.
Según detalla Esteller, hasta un 15 por ciento de los tumores de mama humanos presentan un exceso de copias de este gen, lo que les proporciona una ventaja en cuanto a crecimiento y proliferación, pues su amplificación implica una pérdida de los factores protectores de metástasis.
De hecho, la función del gen EMSY es reprimir todos los mecanismos que inhiban la metástasis, como el microRNA-31.
Aunque esta amplificación del gen se ha observado en tumores de mama —advirtiéndose mayor susceptibilidad en los tumores hereditarios que expresan alteraciones de BRCA2—, Esteller tampoco descarta que pueda estar presente en otros tipos de tumores.
Una de las cuestiones que resulta más interesante de este estudio es que, tras comprobar el efecto de la sobreexpresión de EMSY en líneas celulares de cáncer humanas, en ratones, y en tumores de pacientes reales, se puede decir que ya hay un biomarcador que permitirá clasificar mejor a los pacientes e incluso predecir cuáles serán respondedores a los inhibidores del gen.
Ahora bien… ¿es factible bloquear farmacológicamente ESMY? Esteller reconoce que, aunque sería más sencillo desarrollar el fármaco si la alteración afectara a un gen que estuviera en la membrana de la célula —en este caso, está en el núcleo—, ya existen fármacos que actúan sobre quinasas presentes en el núcleo, por lo que cabe esperar que sí se puede generar un fármaco contra este oncogén.
Además, incide en que, en la actualidad, para la aprobación del fármaco se requiere en muchas ocasiones un biomarcador asociado, y en este caso se cumpliría el requisito.
El siguiente paso es realizar un cribado masivo en galerías de miles de compuestos químicos, para ver si alguno de ellos inhibe específicamente las células de cáncer de mama con amplificación de ESMY.
De momento, durante el estudio —en el que también ha colaborado el laboratorio de Alberto Villanueva del Instituto Catalán de Oncología-Idibell—, los investigadores comprobaron que, al disminuir la función del gen, se lograba reactivar los factores protectores de metástasis y se evitaba la diseminación del tumor.
Partiendo de la base de que sólo hace diez años que se comenzó a estudiar las metástasis entendidas como fallo del tratamiento del tumor primario, habrá que esperar a que aproximaciones como las de Esteller y Massagué obtengan el resultado esperado si lograsen llegar a la práctica clínica.