CARDIOVASCULAR/ Este grosor no es exclusivamente la fase prodrómica de la arteriosclerosis, sino que puede alertar de un fenotipo diferente

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Redacción Barcelona | viernes, 02 de diciembre de 2011 h |

Un estudio liderado por el equipo de Neurología del Hospital del Mar de Barcelona aporta una nueva herramienta para valorar el pronóstico de la recurrencia del ictus.

Según concluye el estudio Ártico —publicado en la revista Stroke—, en el que participaron 620 pacientes que habían sufrido un primer ictus de causa no cardioembólica, y cerca de 50 centros españoles, el engrosamiento de las capas íntima y media de la arteria carótida alerta de un riesgo aumentado de sufrir una recaída, aún cuando no hay presencia de estenosis de la carótida superior, que ya se consideraba indicador de riesgo. De ahí la utilidad de medir el espesor de estas capas mediante ecografía como marcador pronóstico en ictus.

Como explica Jaume Roquer, jefe del servicio de Neurología del Hospital del Mar y responsable del estudio, por encima de 0,8 milímetros de grosor se suele considerar patológico, pero es muy variable dependiendo del paciente. En el estudio, tomaron un punto de corte usando el cuartil superior de los pacientes, que fue de 1,11 milímetros, y demostraron que, en comparación con el grupo de personas que ya tienen arteriosclerosis, presentan un nivel de riesgo muy similar.

“Esto indica que el grosor íntima-media en algunos pacientes no parece exclusivamente la fase prodrómica de arteriosclerosis, sino que es un fenotipo diferente”, aclara el experto.

En la actualidad, el valor que tienen las placas de carótida, como factor de riesgo tanto para una recurrencia de ictus como para cualquier enfermedad cardiovascular, está bastante demostrado. También se sabía que el grosor aumentado de las capas íntima y media era signo de riesgo por ser un paso previo al desarrollo de la arteriosclerosis, pero no un factor pronóstico independiente y precoz de recurrencia de ictus.

“Los datos sobre el valor pronóstico del grosor de la íntima-media en la recurrencia del ictus son escasos y los resultados de este estudio vienen a apoyar la hipótesis de que, lejos de ser un mero marcador inicial de la arterosclerosis, el engrosamiento de la íntima-media arterial sería una variante de la enfermedad aterosclerótica, presente en algunos individuos y ausente en otros”, puntualiza Roquer. Por tanto, se postula como nuevo indicador que anticipa la presencia de estenosis que permite identificar pacientes de alto riesgo aún cuando ésta aún no se ha desarrollado.

Los resultados de este estudio suponen un valor añadido a los trabajos que se realizan habitualmente con los enfermos después de un ictus para determinar la probabilidad de repetición lo más precozmente posible. El porcentaje de pacientes que vuelve a sufrir un nuevo episodio durante el primer año es del siete por ciento, llegando a cifras cercanas al 15 por ciento anual si se suman los episodios cardiovasculares y la muerte, según concluye este estudio.

El ictus es la primera causa de muerte en mujeres y la segunda en hombres en España. Cada año se producen 100.000 nuevos casos, que suponen el motivo más frecuente de ingreso en los servicios de Neurología. De estos ictus, cifras cercanas al 70 por ciento son de causa no cardioembólica.

Según los resultados de otro trabajo, por cada incremento de 0,1 milímetros la probabilidad de un nuevo ictus aumenta un 18 por ciento. “Nosotros hemos concluido que las personas con engrosamiento de esta capa tienen casi el doble de riesgo que las que no presentan estenosis ni grosor íntima-media elevado”, declaró.

Septicemia y FA

En otro sentido, los pacientes que desarrollan fibrilación auricular (FA) por primera vez mientras están hospitalizados con septicemia grave están en mayor riesgo de accidente cerebrovascular (ACV) y muerte, según apoya un reciente estudio elaborado mediante el análisis de datos de varios hospitales de California (EEUU), publicado en la revista Journal of the American Medical Association y recién presentado en el Congreso de la American Heart Association (AHA) en Orlando (Florida).

Como recuerdan los investigadores, la fibrilación auricular es uno de los problemas más comunes del ritmo cardiaco entre los pacientes graves. De hecho, entre el seis y el veinte por ciento de los pacientes de septicemia grave desarrollan fibrilación auricular de nuevo inicio. En concreto, en el estudio se vio que estos enfermos representan el 14 por ciento de todos los nuevos casos de fibrilación auricular en pacientes hospitalizados.

Los investigadores también hallaron que estos pacientes presentaban casi nueve veces más probabilidades de desarrollar FA que los que no sufrían septicemia.

En cuanto a los resultados detallados, el desarrollo del fallo en el ritmo cardiaco aumentaba el riesgo de ACV isquémico y muerte entre los pacientes hospitalizados con septicemia grave. Los ACV isquémicos en el hospital ocurrieron en 75 de los 2.896 (un 2.6 por ciento) de los que tenían FA de nuevo inicio, frente a 57 de los 9.986 (0.57 por ciento) de los que sufrían FA preexistente, y 249 de los 36.200 (0.69 por ciento) de los que no padecían FA.

Respecto a la tasa de mortalidad, fallecieron el 56 por ciento de los que presentaban septicemia grave con FA de nuevo inicio y el 39 por ciento de los que no la tenían.

Son varios los factores que podrían explicar el mayor riesgo de estos pacientes con septicemia grave. Según los investigadores, su asociación con una alta probabilidad de desarrollar un ictus puede ser debido a un colapso hemodinámico, una mayor inflamación sistémica o a una coagulopatía.

Por tanto, como apuntó Allan J. Walkey, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston (Massachusetts), la FA de nuevo inicio podría ser “un marcador de una enfermedad más grave”.

Por cada incremento de 0,1mm de las capas, el riesgo de un nuevo ictus aumenta un 18%

El engrosamiento de la pared arterial es en sí mismo indicador precoz de recurrencia de ictus

El estudio Fiate (FIbrilación Auricular en Atención Primaria), realizado por el grupo cardiovascular de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc), revela que el 65 por ciento de los pacientes con FA presenta un alto riesgo de ictus, y aunque el 80 por ciento de ellos está recibiendo un tratamiento anticoagulante oral, solo uno de cada tres presentan un control óptimo a medio plazo.

El trabajo, presentado en la I Reunión Conjunta de la SemFYC con la Sociedad Española de Cardiología (SEC), en Alicante, ha analizado la situación de un total de 2.070 pacientes, con una media de edad de 74 años. Los resultados dibujan un perfil de paciente con FA permanente o crónica (77 por ciento), que tiene hipertensión (>70 por ciento) y diabetes (27 por ciento). El 10 por ciento había sufrido un ictus previo.

Los pacientes que mantienen un control estable al menos tres meses, son solo el 33 por ciento. “Estamos utilizando terapia antitrombótica en la mayoría, pero de forma subóptima, con la subsiguiente pérdida de efectividad en la prevención del tromboembolismo, y al contrario, asumiendo un riesgo aumentado de sangrado. Si nos centramos solo en el último control, como se hacía en estudios más antiguos, este está en rango (INR 2-3) hasta en el 66 por ciento de los pacientes, en línea con otros estudios publicados previamente”, sostiene José Mª Lobos, coordinador del grupo de trabajo de Enfermedades Cardiovasculares de la semFYC.

Según indica, en un 75 por ciento de los casos el control del tratamiento anticoagulante se realiza en Atención Primaria, incluyendo su inicio en ocasiones, y sobre todo a través de controles mensuales para titular la dosis del fármaco y prevenir complicaciones, aunque siempre con una evaluación inicial del cardiólogo.