LucÍa Barrera, Directora de
Gaceta Médica
| viernes, 05 de diciembre de 2014 h |

Nadie hubiera podido prever el tsunami que ha pasado en los últimos días por la sanidad de nuestro país. Las olas que han llegado hasta el Paseo del Prado se han llevado por delante, además de Ana Mato, a su segunda de abordo, Pilar Farjas, pero la resaca ha arrasado también en la calle Aduana, en este caso con la cesión de Javier Rodríguez como consejero de Sanidad y la dimisión de la viceconsejera de Ordenación e Infraestructuras Sanitarias, Belén Prado. Se nota que ya estamos en periodo de entrenamiento para la carrera de las elecciones y que el Partido Popular quiere calma y sosiego para los comicios.

De nuevo Rajoy ha sorprendido a todos con el nombramiento de Alfonso Alonso como ministro de Sanidad. Un hombre fuerte del partido —como demostró la presencia de la plana mayor de los populares en su toma de posesión— que podría dotar al ministerio de algo más de protagonismo del que está acostumbrado en los últimos tiempos. No obstante, su primera declaración de intenciones como titular de la cartera deja entrever que el peso está más en el ámbito social que en el sanitario. Lo que sí ha dejado claro Alonso es que la fiel escudera de Mato no tenía un lugar en su equipo y ha optado por Rubén Moreno, que aúna conocimiento de la sanidad y carrera política. Juntos emprenderán la última parte de la legislatura, en la que no se esperan grandes cambios más allá de “sacar adelante el proyecto de recuperación de España”. Capacidad de diálogo no es lo que le falta al nuevo ministro, como ha demostrado con creces en la Cámara Baja, ahora queda por ver si la utilizará para solventar algunos de los problemas acuciantes del sector.

En el otro frente, un emocionado Javier Rodríguez dejaba el mando a un resignado pero agradecido Javier Maldonado, que tendrá que hacer frente a los meses que restan hasta mayo , con reestructuración de su equipo directivo incluido tras la marcha de Prado. Y es que, aunque el ébola dejo indemne a la exministra Mato, el exconsejero madrileño ha llevado hasta el extremo aquello de que “por la boca muere el pez”.