LucÍa Barrera, Directora de
Gaceta Médica
| viernes, 05 de septiembre de 2014 h |

Las cifras que ofrece el estudio que ha presentado el ministerio de Sanidad sobre la evolución laboral de los especialistas que se incorporan al mercado laboral ofrecen un panorama alentador para las profesiones sanitarias. Si se correspondieran con la realidad, claro. Sólo hay que rascar un poco para ver que la escasa muestra que en muchos casos se ha utilizado maquilla un paro sumergido que ya es una realidad indiscutible dentro de nuestro sistema sanitario. Y es que no sólo la falta de trabajo es el problema para los que se enfrentan al mercado laboral sanitario, las administraciones se han inventado toda una variedad de fórmulas para camuflar unos contratos basura que abocan a los profesionales a enlazar un empleo con otro sin grandes visos de que esto cambie en un futuro.

Ante este panorama no es de extrañar que muchos busquen una mejor alternativa fuera de nuestras fronteras. La reputación de nuestro sistema de formación en el ámbito sanitario hace a nuestros profesionales especialmente apetecibles para los países de nuestro entorno. Hasta aquí el que pierde es el país, ya que invierte en una formación cara que luego no revertirá en la riqueza de la nación. La cosa cambia, sin embargo, cuando las empresas extranjeras que contratan lo hacen en condiciones que rozan la ilegalidad, prometiendo unas condiciones que luego no se cumplen.

La situación que han denunciado tanto sindicato como Consejo de Enfermería acerca de las irregularidades en la contratación de enfermeros que se están produciendo en Alemania parece sacada de otra época en la que los derechos de los trabajadores no existían. La crisis ha hecho que “el todo vale” para tener un empleo haya cobrado vigencia, pero esto es algo a lo que ni la Unión Europea ni el Gobierno español pueden hacer oídos sordos. No se debe permitir que determinadas empresas con pocos escrúpulos y dudosa legalidad publiquen ofertas con salarios, lugares de trabajo o tareas que no se corresponden con la realidad. Las personas no pueden verse indefensas ante estas prácticas.