LucÍa Barrera, Directora de
Gaceta Médica
| viernes, 14 de febrero de 2014 h |

De nuevo los resultados del paro no traen buenas noticias para el conjunto de la sociedad, ni tampoco para el ámbito sanitario. Como viene siendo habitual, cada vez hay más médicos y enfermeros que se suman a las listas del desempleo, y la tendencia no tiene visos de mejorar al menos por el momento. Profesionales cualificados, cuya formación ha costado una suma nada despreciable de dinero a las arcas públicas que se ven obligados a emigrar, bien porque no encuentran trabajo, bien porque las condiciones laborales que se les ofrecen son en muchas ocasiones irrisorias. Eso que parece no valorarse lo suficiente en nuestro sistema sanitario, es toda una suerte para muchos países de nuestro entorno, e incluso allende los mares.

A las casi 11.000 ofertas de trabajo que ofrecen a medicina y enfermería los países de la Unión Europea se sumaba recientemente el anuncio de EE.UU. de que necesitará en los próximos 8 años nada menos que 600.000 profesionales. España pierde talento por los cuatro costados con un constante goteo y es que muchos de los que ven una oportunidad laboral saliendo de nuestras fronteras lo hacen con la intención de no regresar. Normal, si se tiene en cuenta que las retribuciones no son comparables —España sigue estando a la cola en salarios—, como tampoco lo son las posibilidades de evolucionar y hacer currículum o la formación continuada que se ofrece.

Mientras, como si de una cadena de producción industrial se tratase, el sistema educativo permite la apertura de nuevas facultades de Medicina y sigue formando a médicos sin ton ni son en las universidades españolas, sin saber cuáles serán las necesidades reales del sistema. Puestos en el símil es como si una empresa empezara a fabricar, a ciegas, sin haber hecho antes un estudio de mercado. Eso precisamente es lo que representa para nuestro SNS el reclamado por activa y por pasiva registro de profesionales.