Lucía Barrera, Directora de
Gaceta Médica
| viernes, 10 de junio de 2016 h |

El Congreso de ASCO 2016 no ha dejado grandes titulares. De hecho, ha sorprendido la selección de estudios que la sociedad ha destacado tanto en sus ruedas de prensa como en la famosa plenaria. Esta edición estuvo tamizada por la presencia del vicepresidente de los Estados Unidos, Joe Biden, que presentó a la comunidad científica el programa que ha implantado el país bajo el nombre peliculero Moonshot (destino a la luna) con el objetivo de acabar con el cáncer “tal y como lo conocemos”. Puesta en escena aparte, lo cierto es que esta estrategia pone de manifiesto que la oncología está en un punto de inflexión. Éste ha sido quizás el congreso de la consolidación de los resultados en inmunoterapia, sin olvidar que también existen las terapias dirigidas y que la quimioterapia no es desechable por el momento. De hecho, en esta reunión se ha vislumbrado que el futuro pasa por la combinación de estas alternativas terapéuticas, con el diseño y algunos resultados de ensayos que anticipan lo que debería venir.

No es oro todo lo que reluce con la inmunoterapia. Su eficacia sigue estando limitada (se manejan tasas de entre 10-30 por ciento), si bien es cierto que destacan las respuestas sostenidas en el tiempo frente a la quimioterapia. El gran talón de Aquiles, sin embargo, sigue siendo la falta de biomarcadores, que no acaban de ser claros, quizás porque hay que buscar menos en el tumor y más en el huésped. También es una incógnita qué pasará con los pacientes que responden si generan resistencias o el rol que jugará tras la reserción del tumor primario en adjuvancia.

Lo que está claro es que bajo todo esto subyace un problema de “toxicidad financiera” como rezaba una de las sesiones del congreso. Hoy cuando se entrevista a un experto nacional, europeo o estadounidense no sólo se habla de resultados clínicos, sino también de en qué circunstancias podrán llegar los fármacos a los pacientes. Lo dejan claro la presidenta de ASCO y el presidente de la SEOM, ninguno de los dos sistemas sanitarios son sostenibles y de nada vale que la ciencia avance si solo unos pocos se pueden beneficiar de ello.