No existe correlación entre el español como lengua de la cultura, la literatura o la diplomacia y el español en la ciencia o la tecnología. Así lo considera Bertha M. Gutiérrez, codirectora del Encuentro Quehaceres para el fomento del español científico y técnico, y con este pretexto tuvo lugar el curso ‘El español médico y la biomedicina en español: pasado, presente y futuro’ en la XI Jornada Medes.
El liderazgo del inglés como idioma de la ciencia médica está haciendo mella, en cierto modo, en el prestigio de la producción científica nacional, no tanto es así en biomedicina gracias a la necesidad de comunicación entre los profesionales de habla hispana.
A juicio de Gutiérrez fue a partir del siglo XVIII cuando la ciencia española empezó a quedarse por detrás de otros países, “y desde entonces ha vivido de la traducción de Alemania, Francia y más tarde Estados Unidos”.
Para Gutiérrez, EE.UU. está ejerciendo una presión imparable para que sea el inglés el que prime en los intercambios científicos, “y los propios profesionales españoles están dejando que ocurra así”, lamenta.
La solución pasa por seguir apostando por la ciencia de calidad, “algo que ya se está haciendo”, pero en lo que “hay que seguir avanzando”.
Dejar de pensar que “todo lo que viene en inglés es mejor que lo nacional” es un error que se está dando.
Para Gutiérrez, las instituciones sanitarias deberían defender la lengua española en la producción científica. “No es incompatible hacer ciencia de calidad en castellano”.
La experta pone el ejemplo de países como Francia donde esto es incuestionable. Cuando organizan congresos científicos internacionales, al menos una de las ponencias se hace en la lengua anfitriona, algo que en España no siempre suele ocurrir. Los profesionales sanitarios son los primeros que deben defender la lengua española para devolver el lugar que corresponde a la investigación nacional en castellano.