GESTIÓN/ Las experiencias de integración asistencial implantadas en las CC.AA. se basan en los mismos parámetros, con sus ventajas e inconvenientes

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Poner en marcha sistemas que evalúen los resultados de cada iniciativa debería ser una prioridad de las administraciones, según la Sedap

La resistencia a la renovación de algunos profesionales y la confusión entre los conceptos es consecuencia de su falta de participación

| 2010-10-29T17:11:00+02:00 h |

MÓNICA RASPAL

Madrid

Con independencia del modelo de integración asistencial adoptado en cada servicio regional de salud, la continuidad de la atención sigue siendo una de las preocupaciones más importantes de los responsables de atención primaria por lo que éstos demandan la puesta en marcha de sistemas de evaluación de la efectividad y eficiencia desde el inicio de la implantación de dichas experiencias, viendo los beneficios y limitaciones de cada una de ellas.

Y es que, según el informe anual de la Sociedad Española de Directivos de Atención Primaria (Sedap), en este caso centrado en la “Integración asistencial: ¿cuestión de modelos?”, la mayoría de las experiencias autonómicas —desde la autogestión de los Equipos de Atención Primaria (EAP) y las Entidades de Base Asociativa (EBA) hasta el área única y la gestión integrada—, proponen la gestión por procesos a través de guías y vías clínicas, con protocolos de coordinación o derivación, creando la figura de la enfermera de enlace, desarrollando los sistemas de información compartida entre niveles e implantando las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) para facilitar la coordinación entre AP y especializada. Por lo tanto, según expuso durante su presentación la presidenta de la Sedap, Marta Aguilera, invertir en sistemas de información y comunicación que realicen un seguimiento y evaluación de los modelos debería ser una prioridad para las administraciones sanitarias, tal y como ya destacaron en el informe de 2009.

Además, los resultados del estudio —que ha recopilado la percepción de los responsables de AP de todas las regiones y de los representantes de al menos una sociedad científica de cada una— apuntan a cierta resistencia al cambio por parte de los profesionales, falta de comunicación entre niveles y confusión sobre los conceptos de área única y gestión integrada, además de desconocimiento sobre la existencia de las innovaciones en su región, lo que para Aguilera hace pensar que no se ha tenido mucho en cuenta su información y participación en la implantación de los nuevos modelos, cuando el cambio debería partir, a su juicio, de las bases y no del vértice de la pirámide.

Así, dado que cada modelo presenta una serie de ventajas e inconvenientes (ver tabla), la Sedap aboga por una transformación cultural que vaya más allá, que parta de las autoridades sanitarias y que los gestores trasladen a la organización, minimizando los procedimientos de obligado cumplimiento o burocráticos y contando desde el inicio con los profesionales, tanto técnicos como administrativos, de forma que los pasos se den con el mayor consenso posible y se alineen con los cambios previstos. Por otra parte, los cargos directivos personalizados son indispensables para que la organización sanitaria alcance cierto grado de madurez y establezca relaciones de interdependencia entre primaria y especializada, con el trabajo en equipo como base, según la presidenta de esta sociedad.

Para la Sedap, este profundo cambio y este fortalecimiento de la AP deberían formar parte del Pacto por la Sanidad entre los partidos políticos si realmente éstos quieren hacer frente al envejecimiento de la población y la cronicidad de las enfermedades, principales retos a los que tiene que dar respuesta el sistema sanitario.

Gestión de procesos

En consonancia con este objetivo, el informe también propugna una evolución de la cartera de servicios de ambos niveles asistenciales con el fin de orientarla a la gestión de procesos, tal y como ya están haciendo algunas regiones con sus propias carteras definiendo el proceso asistencial según criterios diagnósticos y terapéuticos para después establecer el nivel asistencial en el que se deben realizar las intervenciones, junto con los criterios de derivación e incluso definiendo el tipo de profesional que debe realizar cada una de ellas.

Según la Sedap, esta orientación no encaja bien con las prestaciones actuales del SNS por lo que éste debería dar otro enfoque a las mismas sin tener que modificar los conceptos recogidos por la Ley de Cohesión y Calidad.

Otra de las claves de mejora destacadas en el estudio reside en maximizar los beneficios de las TIC, así como en instaurar un nuevo modelo relacional con el paciente, en desarrollar las competencias de enfermería y de la atención domiciliaria y en trabajar desde la perspectiva poblacional.