farmacia/ Hasta el 15 de septiembre en playas como Urbanova, Nules y Almassora

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Son farmacias que sólo abren en verano para responder al aumento de población
| 2010-06-04T16:46:00+02:00 h |

alberto cornejo

Alicante

Terrazas, chiringuitos o puestos de helados son ejemplos de establecimientos que surgen y desaparecen en los meses de verano en todas las zonas costeras del país. Sin embargo, desde hace varios años algunas zonas levantinas se diferencian del resto y completan esta terna de servicios al veraneante con la presencia de otro establecimiento ‘pasajero’ ligado exclusivamente a esta época del año: los ‘botiquines turísticos’. Unos servicios que volverán a hacer acto de presencia en el verano de 2010.

Estos establecimientos podrían definirse como “una farmacia temporal” ubicada en las inmediaciones de algunas playas de la Comunidad Valenciana. Unos locales con los que se pretende cubrir con su servicio al considerable aumento de la población que experimentan estas zonas costeras, cuya oficina de farmacia “permanente” se encuentra situada a bastante distancia de la playa o bien no puede abarcar por sí sola la masiva llegada de foráneos.

Así, las playas de Urbanova (Alicante), Nules (Castellón) y Almassora (Valencia) son algunas en las que los turistas contarán con uno de estos botiquines desde el próximo 15 de junio hasta el 15 de septiembre, fecha en la que estos establecimientos deberán obligatoriamente echar el cierre hasta el próximo verano, “si así vuelven a solicitarlo los ayuntamientos, que son los que mejor conocen las necesidades sanitarias y farmacéuticas del municipio en cada temporada”, dice a GM el director general de Farmacia de la Generalitat Valenciana, José Clérigues.

Calidad garantizada

La provisionalidad de este botiquín no resta ápice a las exigencias de funcionamiento que establece la Consejería de Sanidad valenciana para ellos. No obstante, son locales en los que el paciente puede acceder a los mismos servicios que en cualquier oficina de farmacia, desde la retirada de medicamentos con receta, la compra de productos de venta libre o incluso recibir consejo farmacéutico sin dispensación posterior.

Precisamente, la atención prestada es el principal factor que decide qué profesional explotará este local. Así, más allá de la condición obligatoria de contar con una farmacia en esa misma zona farmacéutica para optar a la concesión del botiquín, “se concede finalmente su explotación a aquel titular de oficina de farmacia que más tiempo ofrezca de asistencia”, como así lo recuerda Clérigues.

La resolución autonómica que regula estas concesiones sólo exige un mínimo de diez horas semanales de apertura al público, sin límite máximo. A igualdad de horas de asistencia, el concesionario final será, en este orden, aquel que tenga su farmacia más cerca de la playa o quien reúna el mejor expediente académico.

Local confortable

El local que dé cabida al botiquín también debe reunir unos requisitos mínimos. En concreto, que su superficie supere los 30 metros cuadrados distribuidos, al igual que en una botica tradicional, en zona de dispensación y almacenamiento. Unos locales que, según dice Clérigues, “pueden ser ofrecidos por el ayuntamiento al iniciarse el expediente o bien ser propuestos por el farmacéutico”.

Podría darse la situación de no haber locales libres disponibles en la zona de playa. En este caso, aunque no es lo habitual, sería posible la instalación del botiquín en algún tipo de estructura móvil (caseta prefabricada) siempre que cumpliese con todos los condicionantes anteriores. “Serían los inspectores farmacéuticos los encargados de dar el visto bueno”, explica Clérigues.

Una vez que los botiquines turísticos se han asentado con éxito en las playas levantinas, la Consejería de Sanidad regional proyecta copiar también este modelo en zonas próximas a balnearios durante su temporada de funcionamiento.