C. S. Madrid | viernes, 24 de abril de 2015 h |

Hasta el momento, los enfermos de artrosis solamente disponían de fármacos que aliviaban el dolor producido por esta patología que afecta a casi siete millones de españoles mayores de 20 años. Ahora, los resultados de diferentes estudios in vivo e in vitro acerca de la eficacia del compuesto 6-Shoagol (6-S) —extraído del jengibre— publicados en las revistas ‘Nature Rheumatology’ y ‘Molecular Nutrition & Food Nutrition’, sugieren que estos pacientes podrían ver cómo se frena la progresión de la artrosis.

Hasta el momento, los enfermos de artrosis solamente disponían de fármacos que aliviaban el dolor producido por esta patología que afecta a casi siete millones de españoles mayores de 20 años. Ahora, los resultados de diferentes estudios in vivo e in vitro acerca de la eficacia del compuesto 6-Shoagol (6-S) —extraído del jengibre— publicados en las revistas ‘Nature Rheumatology’ y ‘Molecular Nutrition & Food Nutrition’, sugieren que estos pacientes podrían ver cómo se frena la progresión de la artrosis.

Esta enfermedad es una de las más prevalentes en Occidente y produce una morbilidad y mortalidad elevadas y, aunque está asociada a la vejez, no es exclusiva de esta etapa de la vida. Lo cierto es que, como comentó el director del Laboratorio de Patología Osteoarticular del Instituto de Investigación Sanitaria de la Fundación Jiménez Díaz (IIS-FJD) y jefe de Reumatología del Hospital Universitario FJD, Gabriel Herrero-Beaumont su prevalencia aumenta a partir de los 50 o 55 años.

“Con la artrosis, se lesionan todas las estructuras anatómicas y no solo el cartílago”, explicó. “Como es una enfermedad biomecánica, se deben tratar ambos factores patogénicos”, agregó.

En general, se han buscado tratamientos que eviten que la destrucción del cartílago progrese y que vayan dirigidos exclusivamente al cartílago, mientras que la estrategia terapéutica seguida en el IIS-FJD está orientada a varios tejidos articulares. “Hemos buscado una molécula capaz de evitar la degradación del cartílago y del hueso subcondral”, precisó Herrero-Beaumont.

El objetivo es desarrollar un fármaco capaz de detener esa progresión e iniciar estudios en humanos tan pronto como sea posible. De acuerdo con el experto, “si las cosas van bien, se podrían iniciar en unos seis o siete meses”.

Mecanismo de acción del 6-S

Una de las marcas distintivas de esta investigación es que se está abordando el estudio de esta patología “no solo como la lesión del cartílago, sino como la lesión de un órgano completo”, aseguró Raquel Largo, miembro del IIS-FJD y del Servicio de Reumatología de la Fundación.

“Atendemos a lo que le sucede a la articulación y también a la pérdida de capacidad del hueso subcondral”, destacó, al tiempo que agregó que la clave está en “bloquear las enzimas, las proteínas que se encargan de desestructurar el cartílago y destruir la articulación”. El laboratorio ha estado estudiando durante más de 15 años “esas moléculas bloqueantes de las causas de estas proteínas destructoras”.

Dado que un elevado porcentaje de los fármacos disponibles se han obtenido por retrosíntesis y farmacomodulación de principios activos encontrados en plantas, los investigadores del IIS-FJD decidieron estudiar “si algunos de los principios activos del jengibre poseían actividad inhibitoria sobre los procesos inflamatorios y degradantes del cartílago articular”, explicó la reumatóloga.

Por su parte, Rodolfo Gómez, miembro del IIS-FJD y del Servicio de Reumatología de la Fundación, precisó que el 6-S era el principio potencial más activo y que tenía dos acciones: inhibía la actividad antiinflamatoria e inhibía las enzimas que destruyen el hueso subcondral.

“Vimos que tenía un mecanismo de acción totalmente novedoso, dos acciones totalmente independientes y, al no tener efectos tóxicos se convierte en una promesa”, subrayó.

Frenar la degradación

En las pruebas in vitro, se vio cómo el 6-S inhibía “de manera clara y contundente” la principal enzima degradadora del hueso subcondral. “Sospechábamos algo, debido a los estudios estructurales que habíamos hecho de la molécula pero cuando empezamos a ver los resultados de inhibición que tenía y su acción antiinflamatoria realmente no nos lo creíamos y lo repetimos ‘n’ veces hasta que nos lo creímos”, afirmó Gómez, quien también resaltó que “la acción del 6-S presenta la capacidad de bloquear la activación de los receptores TLR4 evitando así la amplificación del proceso degradante”.

Con respecto al mejor momento para usarlo, Herrero-Beaumont indicó que una vez que la enfermedad está muy avanzada, los tejidos desaparecen, de modo que “ no se puede actuar, porque no hay condrocitos”.

En este sentido, apuntó, existe “un problema clínico de primera magnitud” que se está intentando resolver en grupos europeos, como definir los estadios precoces de la enfermedad. “Sobre eso hay muchas dificultades tecnológicas porque hoy en día el material con el que contamos de diagnóstico no nos permite saber con exactitud cuándo empieza la enfermedad” y resulta clave “buscar su inicio molecular”, concluyó el experto.