C. S. Madrid | viernes, 17 de junio de 2016 h |

Entre un dos y un cuatro por ciento de la población sufre apnea. Lo cierto es que los trastornos del sueño han pasado de ser una enfermedad prácticamente desconocida a ser el motivo principal de asistencia sanitaria en las consultas de neumología, por delante de la EPOC, según pone de manifiesto el neumólogo Juan José Soler, miembro de la Separ.

“El 35 por ciento de las primeras consultas que hacemos en neumología son debidas al sueño”, puntualiza, al tiempo que asegura que la apnea está asociada a sociedades del bienestar y guarda una “estrecha relación” con la obesidad. Aunque hay casos de personas que sufren apnea y no son obesas, esta patología es una de las principales consecuencias de la obesidad.

Aparte, hay estudios que hablan de la relación existente entre la apnea y los accidentes de tráfico o los accidentes cerebrovasculares (ACV). “La prevalencia de apnea en aquellas personas que han sufrido un infarto de miocardio supera el 40 por ciento, entre las que han tenido un ACV supera el entre 70 y 80 por ciento y cerca del 80 por ciento de quienes tienen hipertensión refractaria también la sufren”, añade.

“Es un problema de salud pública que se diagnostica con cierta facilidad y requiere tratamiento altamente efectivo, como es la presión positiva continua en la vía aérea (CPAP, por sus siglas en inglés)”, destacó, agregando que esta es una solución “muy efectiva, rápida, y con importantes connotaciones”.

La EPOC

Aparte, Soler recordó que la EPOC se ha convertido en la enfermedad paradigmática de la cronicidad. “Afecta a más de un 10 por ciento de la población mundial y tiene una carga asistencial y una morbimortalidad muy alta”, expone, añadiendo que, según la Organización Mundial de Salud (OMS), en estos momentos, ya se puede considerar la tercera causa de muerte en el mundo.

A esto se une que su impacto económico es muy elevado —se estima que son unos 3.000 millones de euros al año en España—, lo que hace que sea un tema “relevante” para las autoridades sanitarias. No obstante, en donde se debe hacer especial énfasis es en el hecho de que los pacientes con EPOC tienen otras muchas enfermedades crónicas, como hipertensión, diabetes, insuficiencia cardiaca, cardiopatía isquémica, etc.

A la hora de plantear el reto de cómo manejar a estos pacientes y abordar la cronicidad, el experto lo tiene claro: “desde una perspectiva multidisciplinar, considerando al paciente como eje del sistema”.

Asimismo, Soler continúa afirmando que los especialistas tienen la sensación de que existe “un enorme desconocimiento” sobre esta patología, sobre la que las encuestas nacionales dicen que cerca del 90 por ciento de la población no sabe qué es la EPOC y que los pocos que la conocen es, o bien porque son pacientes, o bien familiares de pacientes.

También se habla de la dificultad de asociar el término con las siglas, pero el especialista comenta, y con razón, que la población, en cambio, está más familiariza con VIH, SIDA, ACV. “Tienen más calado social”.

Para Soler, lo fundamental es incidir en el daño que ocasiona el tabaco, ya que más de un 90 por ciento de los casos de EPOC son consecuencia de este hábito. En concreto, actualmente, las sociedades científicas están discutiendo si realmente solo existe EPOC por el tabaco o no.

Finalmente, y respecto a la cronicidad en general, el experto incide en que, dado que la esperanza de vida es cada vez mayor y, por tanto, la población está cada vez más envejecida, se debería seguir avanzando hacia un sistema sanitario más centrado en estos pacientes y no tanto en los agudos. “Las personas viven más con patologías crónicas y suponen entre un 65 y un 70 por ciento del coste sanitario, por lo que para hacer un sistema sanitario sostenible hay que cambiar un poco el modelo”, insistió. Para lograrlo, es necesario no solo voluntad política, sino redistribuicón de los recursos y reorganización sanitaria.