Gaceta Médica Madrid | jueves, 10 de abril de 2014 h |

Más de la mitad de las personas (un 52 por ciento) afectadas de Párkinson en España tarda una media de 1 a 5 años desde que aparece el primer síntoma hasta ser diagnosticadas y un 19 por ciento espera más de 5 años antes de recibir un diagnóstico definitivo, según un reciente estudio que ha motivado que la Sociedad Española de Neurología (SEN) pida que “mejorar el tiempo de diagnóstico de esta enfermedad debe ser una prioridad”. Una petición que coincide con el Día Mundial de esta patología, que afecta a entre 120.000 y 150.000 personas en toda España y en la que se diagnostican unos 10.000 casos nuevos cada año.

“A pesar de que la Enfermedad de Parkinson es la segunda patología neurodegenerativa, tras el Alzheimer, más numerosa, existe mucho desconocimiento y falsas creencias sobre esta enfermedad que dificulta mucho el diagnostico”, señala Rosario Luquín, coordinadora del Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la SEN. “Por ejemplo, se tiende a pensar que el Parkinson solo afecta a personas mayores, cuando en un 15 por ciento de los casos los pacientes son menores de 45 años, o que la primera y única manifestación de la enfermedad es el temblor, cuando en entre un 30 y un 40 por ciento de los pacientes no se manifiesta”.

Aunque el temblor, la rigidez muscular, la lentitud de movimientos, caminar arrastrando los pies, problemas de equilibrio o dar pasos lentos son algunos de los síntomas motores más llamativos, existen una serie de síntomas no motores que pueden aparecer mucho antes. Además de la depresión, que es un síntoma habitual y puede aparecer desde el principio de la enfermedad en un alto porcentaje de casos, también ansiedad e irritabilidad, demencia (entre el 15 y el 25 por ciento de los pacientes pueden desarrollarla), trastornos de sueño, hormigueo o dolor en las extremidades, fatiga o disfunción olfatoria (presente en un 90 por ciento de los pacientes) son otros síntomas a tener en cuenta.

Y en el área de investigación, destaca la SEN, también queda mucho por hacer. Actualmente no se conocen las causas de la enfermedad en un 85 por ciento de los casos (aproximadamente un 10 por ciento se consideran hereditarias y un 5 por ciento podrían tener un origen ambiental o tóxico) y no existe una prueba que permita establece con total garantía que un sujeto padece la enfermedad. “Cuando el inicio de la enfermedad se manifiesta por temblor, el diagnostico suele realizarse de forma más temprana, pero cuando hablamos, por ejemplo, de depresión, torpeza motora, dolor o fatiga, es cuando se producen retrasos en el diagnóstico, tanto porque el paciente o su familia no le dan la importancia que realmente tienen, como porque se derivan a otros especialistas”, explica Luquin. “Es importante mejorar los tiempos de diagnóstico porque cuanto antes se inicie el tratamiento, mejor calidad de vida tendrán los pacientes. Aunque no exista un tratamiento definitivo para la enfermedad y éste deba ser individualizado, en los inicios de la enfermedad es cuando se obtiene la mejor respuesta de los fármacos existentes”.

En todo caso, en los últimos años, se ha avanzado mucho en el conocimiento de la enfermedad lo que hace que sea una de las patologías con mayores expectativas en tratamientos futuros. “Todavía tenemos mucho que investigar en la búsqueda de biomarcadores adecuados en la fase presintomática de la enfermedad, así como lograr encontrar algún tratamiento que permita detener o corregir la degeneración neuronal. En todo caso, hay muchas investigaciones en marcha, bastante prometedoras, que tratan de encontrar nuevas moléculas o nuevos fármacos. Además, se ha avanzado muchísimo en la investigación del posible uso de las células madre, así como en el uso de la cirugía funcional para aquellos pacientes menores de 60 años que no responden al tratamiento”, concluye Luquin.