| viernes, 01 de marzo de 2013 h |

En estos tiempos convulsos en los que vivimos, en los que la prima de riesgo y el cumplimiento del déficit hacen que se adopten medidas para salvar los muebles, en los que se habla de la eficiencia como tabla de salvación para el Sistema Nacional de Salud, y en los que los especialistas reclaman su papel a la hora de decidir en qué y cómo se racionaliza el gasto, la calidad es, más que nunca, algo a lo que la profesión no puede permitirse el lujo de renunciar.

Eso sí, ha de ser una calidad con nombre y apellidos. Hace casi dos años que la Organización Médica Colegial y el Consejo General de Enfermería presentaron en el Ministerio de Sanidad su propuesta de certificación y recertificación de las competencias. Mucho ha llovido desde entonces, pero no ha habido avances concluyentes al respecto. La Ley de Colegios Profesionales sería una buena oportunidad para avanzar en este aspecto, ya que, como bien afirma Máximo González Jurado, el hecho de tener un título no puede habilitar a un profesional para toda la vida, mucho menos en ámbitos protegidos y regulados como el de los sanitarios.

Y en esto no sólo los colegios tienen mucho que decir. Las sociedades científicas son las más adecuadas para plantear los indicadores que midan de forma objetiva que lo que se está haciendo, se está haciendo bien. La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica ya inició este camino hace años. Y es que no hay que olvidar que lo que en un principio será voluntario, no tardará mucho en llegar en forma de obligación por parte de Europa.