En los últimos años hemos pasado de los titulares del déficit de médicos a los de sobran profesionales. Sin embargo, la mayoría de estos cálculos se basan en estimaciones. El ojo de buen cubero ha sido muy utilizado en este ámbito por una sencilla y paradójica razón: no hay un registro de profesionales de la salud. Sin él es imposible saber a ciencia cierta qué números clausus establecer, las plazas MIR o si hay que contratar a más médicos extracomunitarios. Parece que la intención del Ministerio de Sanidad es que el épico día sea en el próximo Consejo Interterritorial, al albur de las reuniones que ha convocado con los implicados. Ojalá la intención ministerial se cumpla y el ansiado registro comience su andadura con el mayor consenso posible.
Pero mientras, sigue habiendo temas que permanecen en el limbo. Es el caso de las homologaciones de médicos extracomunitarios. Desde que Sanidad asumió las competencias de homologación en 2010, poco se ha hecho al respecto. Muchos profesionales están trabajando en el sistema sanitario en una situación de alegalidad que bien conoce la cartera que dirige Ana Mato, y conocían sus antecesores. Y mientras este colectivo denuncia la baja tasa de homologaciones y pide una reunión con los responsables ministeriales retrasada desde hace un año, el de los decanos de las facultades de Medicina, solicitan, dadas las actuales circunstancias económicas y del mercado laboral en nuestro país, que se frenen estos procesos y haya más rigor en las tramitaciones. Contradicciones a parte, lo cierto es que lo que es innegable es que el goteo del paro médico ya empieza a ser un problema a tener en cuenta.