Medicina Intensiva/ Barcelona acoge el 23er congreso anual de la sociedad europea de la especialidad

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Un estudio español concluye que su empleo rutinario frente al virus H1N1 no es recomendable porque aumenta el riesgo de neumonías

Por contra, la utilización de antivíricos los primeros dos días de sintomatología prevenía las complicaciones graves, sobre todo en embarazadas

| 2010-10-15T15:55:00+02:00 h |

E.S.C.

Madrid

Dar respuesta a todas las dudas generadas durante la pasada pandemia de gripe A fue el objetivo de varios estudios presentados en el congreso de la Sociedad Europea de Medicina Intensiva realizados por un equipo del Hospital Valle d’Hebron de Barcelona.

Uno de ellos presentó las bases de los tratamientos que demostraron ser de utilidad y los que no frente al virus H1N1. Éste es el caso de los corticoides, bastante controvertidos, y que finalmente y después de la experiencia vivida y de analizar los casos del registro europeo (del que es coordinador Jordi Rello) se ha confirmado que su uso “de rutina” no es recomendable, pues no mejoraban la evolución de los pacientes y aumentaban el riesgo de neumonías.

“La aplicación de sistemas no invasivos de apoyo respiratorio no cambió la evolución de quienes presentaban neumonía”, explica Rello. Por el contrario, “la utilización de antivíricos durante los primeros dos días de sintomatología prevenía las complicaciones graves, particularmente en las embarazadas”, continúa.

Otro trabajo analizó los resultados sobre la respuesta inmunológica en los pacientes que requirieron ingreso en la UCI por neumonía grave durante la fase aguda de la gripe A. Y las conclusiones del mismo indican que, en los casos más graves, la quiebra de la respuesta inmunológica es incapaz de evitar que el virus se siga replicando, lo que causa un ciclo vicioso que hace empeorar el estado clínico hasta una situación crítica.

Estos pacientes sufren un fallo en la activación de un grupo de genes implicados en la respuesta inmunológica adaptativa, que se traduce en la persistencia del virus en el trato respiratorio. En aquellos pacientes que derivan en los casos más graves, “el fallo de activación de estos genes conduce a un ciclo constante de replicación del virus que estimula la liberación de citokinas y que podrían ser las causantes del daño pulmonar observado en estos casos”, concreta Rello, que ha liderado el estudio. Por otro lado, en los casos que no han sido tan graves se observó que los genes que regulan esta respuesta inmunológica adaptativa seguían activados.

Los investigadores concluyen que la interrupción de este ciclo nocivo podría ser la clave para controlar la infección vírica y mejorar la evolución de la enfermedad y, en estos momentos, analizan los resultados que permitirán concluir qué tratamientos, en esos casos más graves, pueden evitar un empeoramiento que lleve al paciente a la UCI o rescatarlo de un respirador artificial.

Otro tema destacado en el congreso fue el del tratamiento al final de la vida, donde se vio que existe una gran variación en los niveles de interacción dentro de los equipos médicos y entre los equipos y familias.

Por ejemplo, en un cuestionario entre 1.961 intensivistas de 21 países, para un paciente hipotético sin familia, el 62 por ciento de los médicos del norte y centro de Europa involucraría a las enfermeras en las discusiones sobre el final de la vida, en comparación con sólo el 32 por ciento de los médicos en el sur de Europa, el 39 en Japón, el 38 en Brasil, y el 29 en los EEUU.

En otro estudio, el Ethicus, realizado en 37 UCI de 17 países europeos, las decisiones sobre el final de la vida se discutieron con la familia con más frecuencia en el norte (84 por ciento) y centro (66) que en el sur (47) de Europa. La participación de ésta va desde un cien por cien en la India, a sólo un 44 en Francia o el 72 en España.

Religión, cultura y UCI

La escasa colaboración interdisciplinaria sobre cuidados en el final de la vida se asocia con el aumento de los síntomas de agotamiento, depresión y estrés postraumático en los médicos que trabajan en la UCI. Además, un artículo, publicado en The Lancet y dirigido por Randall Curtis, de la Universidad de Washington (Seattle, en EEUU), que analiza las diferencias que se producen en los cuidados al final de la vida en las UCI por factores como la religión o la cultura, señala la importancia de que la decisión de retirar el soporte vital no se convierta en rutinaria para los médicos, a los que recomienda protegerse “contra las sutiles presiones institucionales para retirar el soporte vital” a la vez que se aseguran de que los pacientes no reciben tratamientos no deseados.