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La aparición de metástasis ósea es frecuente en cáncer avanzado, especialmente en tumores de mama y de próstata, con más de un 70 por ciento de incidencia.
Una de las principales complicaciones que desarrollan estos pacientes son los eventos relacionados con el esqueleto (ERE), diana en el manejo actual de la enfermedad ósea metastásica puesto que los tratamientos oncológicos están logrando prolongar la supervivencia de los pacientes.
Pero el anticuerpo monoclonal denosumab (desarrollado por Amgen) trata de dar un paso más, ya que varios estudios sugieren que es el primer tratamiento capaz de prevenir el desarrollo de metástasis óseas, según explicó Rob Coleman, del Weston Park Hospital de Sheffield (Reino Unido).
En el caso del cáncer de próstata resistente a la castración, un ensayo fase III con 716 pacientes recibiendo denosumab y otros 716 en la rama placebo está demostrando que los del primer grupo experimentan una supervivencia libre de metástasis de 29,5 meses frente a 25,2 meses con placebo. Y en concreto, en pacientes con PSA DT igual o inferior a 4, el tiempo sin metástasis óseas es de 7,5 meses.
Además, una extensión de dos años del estudio pivotal fase III que comparaba denosumab en pacientes con cáncer de próstata metastásico previamente tratados con ácido zoledrónico (AZ) o denosumab, concluye que el perfil de seguridad del anticuerpo monoclonal es superior a AZ en los pacientes que han recibido durante más de 5.6 años denosumab, o que cambiaron de AZ al inhibidor de RANKL.
Asimismo, está en marcha el ensayo fase III D-Care, que compara la inhibición del ligando RANK que confiere denosumab con placebo como terapia adyuvante en mujeres con cáncer de mama en estadios tempranos que presentan alto riesgo de recurrencia.
Según detalló, en este estudio randomizado y doble ciego participan 4.500 pacientes sometidas a un tratamiento de quimioterapia, hormonoterapia o terapia dirigida a HER-2 neoadyuvante o adyuvante. El objetivo principal es confirmar si denosumab prolonga la supervivencia libre de metástasis.
En un análisis combinado de tres estudios pivotales fase III, denosumab ya demostró que reduce un 17 por ciento el riesgo de aparición del primer evento óseo en comparación con ácido zoledrónico en pacientes con cáncer de mama, próstata y otros tumores sólidos o mieloma múltiple con metástasis ósea, y que mejora el perfil de seguridad ya que no provoca toxicidad renal.
Tumor de células gigantes
Por su parte, Tom Lillie, director médico ejecutivo de desarrollo internacional de Amgen, presentó resultados actualizados (con evaluación independiente de la respuesta radiológica) del segundo estudio abierto fase II con denosumab en 282 pacientes con tumor de células gigantes de hueso.
Los pacientes se clasificaron en tres cohortes: una con tumores no resecables, otra con cirugía planeada, y otra con pacientes transferidos del primer ensayo fase 2 con denosumab. Lo más destacable es que, según los resultados radiológicos en 190 pacientes, denosumab logra una respuesta tumoral completa o parcial objetiva en el 72 por ciento de los casos, y sólo un 6 por ciento experimentó progresión de la enfermedad. Otro dato concreto de los 100 pacientes de la segunda cohorte es que un 90 por ciento evitó la cirugía o fue sometido a una intervención menos agresiva de la planeada.
Un 84 por ciento (del total de 282 pacientes del estudio original) sufrió efectos adversos, siendo la artralgia, las náuseas y el dolor de cabeza los más frecuentes. La osteonecrosis mandibular se dio en un 1 por ciento, y la hipocalcemia en el 5 por ciento.
Los ingresos hospitalarios debido a eventos relacionados con el esqueleto (ERE) son más frecuentes en Europa que en Estados Unidos, y la duración de la estancia más prolongada. Sin embargo, las consultas externas por este motivo son mayores en EEUU. Son conclusiones de un estudio observacional comparativo entre Europa y EEUU sobre el impacto del manejo de estos eventos en el sistema de salud. El primer firmante del estudio europeo, Ignacio Durán, responsable de la Unidad de Tumores Genitourinarios del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, remarcó que cada evento óseo se asoció con algún procedimiento médico en todos los casos. Y, de forma más concreta, fue mayor el número de visitas hospitalarias en relación al tratamiento con radioterapia externa en EEUU, “quizá por la diferencia en los esquemas de irradiación empleados en Norteamérica frente a Europa”, aclaró Durán. Otra diferencia es que en EEUU había más pacientes recibiendo bifosfonatos antes de enrolarse en el estudio, posiblemente porque en este país “los bifosfonatos están más inculcados en la cultura médica del oncólogo”. Durán puntualiza que en España “aún hay espacio para la mejora” en la prevención de eventos óseos, y celebra la favorable evolución en el desarrollo de terapias dirigidas a ello.