farmacología/ Son pacientes polimedicados y además muchos se automedican
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Redacción
Madrid
“La importancia de una correcta medicación es la clave en el paciente mayor”. Así lo considera Iñaki Artaza, presidente de la Sociedad Vasca de Geriatría y Gerontología, que recuerda que no hay que olvidar que este grupo de población toma diariamente de media entre dos y tres fármacos sujetos a receta médica, y que cuatro de cada diez mayores se automedica.
Por eso el experto hace hincapié en la posibilidad de que un uso incorrecto de los fármacos derive en errores de medicación, efectos secundarios o interacciones. “Estos errores son incidentes prevenibles que pueden dañar al paciente o dar lugar a un uso incorrecto de los mismos”, asegura, lo que sucede de forma mucho más frecuente entre la personas mayores.
Entre las causas que más errores propician en el tratamiento con fármacos en este colectivo Artaza señaló los errores de comunicación provenientes de un doble origen: “Por un lado ocurre que esta persona no recibe una información completa, exacta y clara sobre la medicación por parte del médico u otros profesionales sanitarios”. Por otro, se da también el caso de que problemas cognitivos de la propia persona (como la pérdida de memoria o la reducción de la capacidad visual o auditiva) “provoquen dificultades de comprensión de las pautas a seguir”, continúa el experto.
Por todo ello, entiende que es esencial el esfuerzo por parte de los profesionales sanitarios y de los familiares para conseguir una correcta utilización de los medicamentos por parte de los mayores.
Escribir las pautas
Las recomendaciones del experto para una correcta medicación en este colectivo las recogería este decálogo:
1. Evitar la autoprescripción y la automedicación.
2. Seguir las pautas de medicación prescritas por los profesionales de la medicina: recoger dichas pautas en escritos que pueden hacerse con letras grandes, además de la información oral.
3. Consultar siempre al médico para nuevos tratamientos, incluidos los productos basados en plantas, e intentar racionalizarlos.
4. Revisar periódicamente las prescripciones realizadas estableciendo una fecha límite.
5. Retirar fármacos que hayan perdido su indicación.
6. Evitar la toma de aquéllos de dudosa eficacia o no estrictamente necesarios (antienvejecimiento, afrodisíacos, antiobesidad, para el cansancio).
7. Usar calendarios de medicación o asociar su toma con una tarea rutinaria.
8. Iniciar los tratamientos con dosis bajas y aumentarlas progresivamente, controlando los efectos terapéuticos y secundarios.
9. Simplificarlos todo lo posible y potenciar la vía oral sobre otras vías de administración.
10. Revisar periódicamente el botiquín y devolver a las farmacias los medicamentos caducados.