rocío chiva Madrid | miércoles, 16 de abril de 2014 h |

Si el aumento de las infecciones por bacterias resistentes a cada vez un número mayor de antibióticos es un problema importante, las infecciones asociadas a los biofilms, “una forma por la que las bacterias se adhieren a cuerpos extraños implantados en el organismo como, por ejemplo, una prótesis mamaria o un marcapasos”, son, si cabe, todavía más importantes, tal y como explicó José María Miró, presidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc), durante la celebración del 28º Congreso de la sociedad.

Una importancia derivada del menor número de estudios en torno a estos agregados de bacterias, mucho menos conocidos porque la “investigación siempre ha estado más centrada en infecciones agudas”, tal y como señaló durante su intervención Thomas Bjarnsholt, del Departamento de Salud Internacional, Inmunología y Microbiología del Centro Costerton de Biofilms, y no tanto en infecciones crónicas como las provocadas por los biofilms. De ahí la necesidad de investigar en esta “importante necesidad médica no cubierta”, subrayó Bjarnsholt, si bien Miró se lamentó de que no parece que vaya a haber avances en la práctica clínica en este campo “ni a corto ni a medio plazo”.

Uno de los problemas por los que esta investigación no avanza es, según Bjarnsholt, la discrepancia existente entre los modelos invitro y los modelos invivo en este tipo de comunidades de bacterias. Útiles para la descripción de las infecciones, los modelos invitro son “inútiles”, según este investigador danés, para recrear situaciones invivo en una infección crónica provocada por biofilms. Así, por ejemplo, Bjarnsholt destaca que “los biofilms invivo comparten determinadas características estructurales que difieren de las que aparecen en los modelos invitro”.

Además, este microbiólogo también señaló diferencias en los tiempos y en la presencia de defensas en el huésped entre los modelos invitro y la situación invivo e incluso destacó que el microambiente químico que rodea tanto a uno como a otro biofilm “raramente se tiene en cuenta”. Un conjunto de problemas que dificultan el traslado de los resultados del laboratorio a la práctica clínica real y que sugieren la necesidad de desarrollar “nuevas estrategias para mejorar estas discrepancias”.

De momento, los expertos recomiendan comenzar con un tratamiento agresivo con antibióticos para evitar que se forme el biofilm y seguir con un tratamiento antibiótico supresivo crónico si se forma este agregado, en caso de que no se pueda retirar quirúrgicamente, que sería la opción deseable.

Además, durante el Congreso se destacó también el problema que existe con las infecciones causadas por la bacteria klebsiella pnuemoniae carbetenemasa (KPC), resistente a muchos antibióticos y con una mortalidad de entre el 20 y el 30 por ciento si el microorganismo infecta la sangre y produce una bacteriemia. “Primero colonizan la mucosa digestiva y de ahí pueden producir infecciones de orina, infecciones en heridas quirúrgicas, infecciones intraabdominales e incluso infecciones hepáticas, hasta finalmente pasar a la sangre”, destacó Miró. El tratamiento de esta infección, subraya el presidente de la Seimc, solo puede ser realizado por infectólogos o microbiólogos expertos, capaces de sacar “el máximo rendimiento a los antibióticos existentes para que maten al microorganismo sin generar más resistencias”.

Una tarea harto complicada y también muy importante, ya que “por desgracia, no se prevé la aparición de nuevos antibióticos en el futuro (quizás un par de ellos a medio plazo), por lo que, de momento, lo importante es la prevención, el establecimiento de grupos de control y , sobre todo, “el aprovechamiento al máximo de los recursos de los antibióticos ya existentes”. De hecho, actualmente se están incluso “rescatando” antibióticos con un cierto grado de toxicidad y que ya no estaban en uso como la fosfomicina, la colistina o los aminoglucósidos, para el tratamiento de infecciones multiresistentes.