entrevista/ El experto traza algunas líneas maestras que, a su juicio, deberían marcar el camino de la ‘nueva’ atención primaria

br

| viernes, 06 de enero de 2012 h |

Vicente Ortún habla con soltura, preocupación y esperanza de la atención primaria (AP), a su juicio, un nivel que hay que refundar para hacerlo más atractivo a los nuevos médicos. En ellos pone la esperanza el director del CRES.

Pregunta. ¿Cuál es la situación actual que atraviesa la atención primaria?

Respuesta. Pues está sufriendo la paradoja de que cuando más se la necesita, menos cotiza. Estamos en un momento en el que, con mucha población polipatológica y con problemas de dependencia en la vida cotidiana, es cuando más falta haría tener una AP fuerte y resolutiva. En cambio, el deterioro, medido por ejemplo en el número de residentes que quieren estudiar la especialidad de Medicina de Familia, es espectacular y esto da muy mal pronóstico.

P. Cuando habla de refundarla, ¿a qué se refiere?

R. A que tenemos que atender a tres aspectos en la parte clínica y a algunos otros en la gestión. Hay que acabar con la idea de que la frecuentación es exógena, el número de pacientes que van a un centro de salud depende de los profesionales, no tiene porqué ir todo el mundo todos los días. Lo segundo sería acabar con la idea de que la prescripción es inducida por la especializada, la prescripción también se puede manejar en primaria. Y tercero, eso que llamamos capacidad resolutiva, también se puede mejorar mucho con sentido común, por ejemplo, el médico no tiene que resolver tareas administrativas, no tiene que ver crónicos o niños sanos o niños gorditos, hay tareas que pueden pasar a otros profesionales, incluso una parte de la atención a agudos se podría hacer de forma compartida.

P. Pero, ¿se pueden cuantificar los beneficios de esas acciones?

R. Sí, por ejemplo, la frecuentación exógena se cuenta porque se ve que cuanto mayor es el cupo de pacientes, menor es el número de visitas. Por ejemplo, si tengo un cupo de 1.000 personas, les visito ocho veces al año; si es de 2.000, les visito cuatro veces, y eso se da para toda España. Es la idea de que se podría visitar cuatro, porque los cupos en este país son bastantes menores que en otros países. Sí hay datos que corroboran que cuando hay médicos competentes, se puede controlar la frecuentación permanente.

P. ¿La prescripción también se podría controlar mejor desde atención primaria?

R. Sí, hay muchos datos para ver que realmente se podía gestionar desde la primaria. En estos momentos, el tercer problema de salud son aquellos derivados de las reacciones adversas de los medicamentos (no solo por mal uso), y todo ello tiene una importancia sanitaria y económica.

P. ¿Y la capacidad resolutiva?

R. Eso es lo más importante, organizar los centros de salud con sentido lógico que es distribuir las funciones de atender a la población. Hay cosas que puede manejar la enfermera, si el médico deja de hacer cosas que está haciendo, puede hacer otras tareas. Esto no lo he inventado yo, esto ya está funcionando en algunos centros, pero para organizarse, por ejemplo, lo que hace falta es no ir a dosis fijas, hay que dar mayor capacidad de autonomía a los profesionales para organizarse por esquemas de descentralización o por otras vías.

P. Aquí ya estamos hablando de un cambio a nivel organizativo…

R. Efectivamente. ¿Qué medidas de gestión o de política se pueden tomar? Por ejemplo, una muy clara, descentralizar más, incluso potenciar el trabajo clínico por cuenta propia, asociado, claro, eso para quien quiera puede tener unas ciertas ventajas. Un centro de salud tiene más poder desde el momento en que le dan cierto presupuesto y decide hacia dónde se deriva el presupuesto. El poder lo da el dinero, porque puedes decidir dónde se destina. Lo que está claro es que si no se hace algo para resolver estos problemas, el deterioro es imparable.

P. Si ‘el poder lo da el dinero’, ¿es viable la reclamación del sector de AP del 25 por ciento del gasto sanitario?

R. No, el problema no está en los recursos, el tema no es gastar más, la solución es gastar mejor, si se da más, mejor, pero no es ese el problema porque los cupos no son excesivos. Además si se añade a la atención primaria lo que se gasta en farmacia el porcentaje del presupuesto es bastante alto. Yo creo que sí se puede tener más control sobre los recursos que en estos momentos son de de especializada, como las pruebas diagnósticas o la cirugía electiva.

P. ¿Hay datos que demuestren que la inversión en AP repercute en el gasto en especializada?

R. Hay datos, pero los más importantes son los que hizo Bárbara Starfield, que demostraba que los países más orientados a la primaria, que no quiere decir que gasten más en ella, sino que la tienen como puerta de entrada de forma regular al sistema, consiguen mejores indicadores de salud, una satisfacción de la población muy alta y un gasto menor. Aunque no hay estudios comparativos entre centros aquí en España, sucedería lo mismo, porque es lógico, ya que una parte muy importante del gasto lo hace un grupo muy pequeño de personas. A este grupo es a quien hay que tener controlado. Ellos son los que conviene que tengan un médico de primaria y que no entren al sistema cada vez por un lado distinto, con el sobrecoste económico que eso significa.

Pregunta. ¿Con esa reformulación de la AP se reduciría el gasto sanitario?

Respuesta. Si tuviésemos una primaria fuerte con presupuestos asignados, reducir presupuestos sería sencillísimo. Por ejemplo, pongamos que en España se gasta 1.500 euros por persona, si de esos 1.100 los tuviese el médico de familia y le dijeras que tiene que bajarlo a 990, a él le cuesta muy poco saber cuáles son esos 110 euros que suprimir. Por ejemplo, un electrocardiograma concreto, una prueba de esfuerzo, de estos 28 medicamentos, estos tres fuera, es muy fácil, se puede retocar sin hacer daño, sin que el paciente o la salud lo note. En cambio, los recortes lineales son equivocados por sentido común. Si dices: “hay que recortar un 10 por ciento la sanidad”, qué haces, ¿recortas todo? Por ejemplo el antibiótico para meningitis meningocócica no tiene ningún recorte porque puede morir, sin embargo, en las resonancias puedes hacer un recorte del 80 por ciento.

P. ¿Qué ‘excesos’ habría que reducir?

R. Hay una solución muy fácil, si en Suecia o Dinamarca no están financiando por ejemplo la glucosamina porque no sirve para nada, ¿por qué nos gastamos 100 millones de euros al año en esto? El recorte que hace menos daño es el recorte clínico, y este es el que puede hacer el profesional y aquí hay dos escenarios: el profesional informado, que está a favor, que entiende las cosas, que se da cuenta de que hay que rebajar gastos sin que se note, y el profesional enfadado, aquel que pone el muerto encima de la mesa, no me refiero a matar a gente, me refiero a poner los datos fríos sobre la mesa. Es aquí donde aparece la presión.

Hay tareas que hacen actualmente los médicos que podrían realizar otros profesionales

La AP debería controlar recursos como pruebas diagnósticas o la cirugía electiva