GM Madrid | viernes, 17 de junio de 2016 h |

Durante más de un siglo, la atención quirúrgica ha venido estableciéndose como un componente esencial de la asistencia sanitaria mundial. En los años más recientes, el rápido crecimiento que ha experimentado el número de intervenciones quirúrgicas está teniendo importantes consecuencias para la salud pública.

En todo el mundo se realizan alrededor de 300 millones de intervenciones quirúrgicas al año, lo que equivale a uno por cada 20 habitantes. En países desarrollados, como el nuestro, estas cifras son superiores, registrándose alrededor de 4 millones de intervenciones quirúrgicas al año, lo que equivale a uno por cada 10 habitantes/año, de las que aproximadamente el 50 por ciento precisan ingreso hospitalario.

La identificación preoperatoria de los pacientes con mayor riesgo de complicaciones perioperatorias junto con la aplicación de programas de mejora de la recuperación quirúrgica son medidas encaminadas a reducir las tasas de comorbilidad y de los días de estancia hospitalaria, aportando un mayor beneficio clínico para los pacientes, e importantes ahorros para el sistema sanitario público.

La aplicación de la optimización hemodinámina dentro del contexto de estos programas de mejora de la calidad asistencial se enfrenta con retos tales como la demostración de la evidencia científica y la necesidad de una participación interdisciplinar de anestesiólogos, cirujanos y personal de enfermería.

Además de una visión global del coste del manejo del paciente quirúrgico pluripatológico para el sistema sanitario.

Estos aspectos entre otros se abordaron en la sesión científica extraordinaria ‘Reducción de la morbimortalidad perioperatoria en cirugía no cardíaca’, organizada por la Real Academia Nacional de Medicina (RANM) y Edwards Lifesciences y coordinada por el académico Francisco López Timoneda.

En la misma, Planas Roca resaltó que la identificación preoperatoria de los pacientes con mayor riesgo de complicaciones permitiría llevar a cabo actuaciones selectivas dirigidas a reducir la morbi-mortalidad. Por tanto, establecer en qué pacientes debe determinarse los niveles preoperatorios de biomarcadores y qué medidas adoptar antes, durante y después de la intervención, en aquellos que presentan valores elevados, es el reto al que nos enfrentamos para reducir la morbi-mortalidad perioperatoria.

Calvo por su parte disertó sobre la evaluación y nuevos métodos de actuación frente al paciente complejo y con comorbilidad.

La fluidoterapia restrictiva, guiada por objetivos hemodinámicos, según el estudio multicéntrico “Fedora”, ponen de manifiesto una importante mejora de resultados en cuanto a disminución de complicaciones perioperatorias; y como consecuencia, una reducción de la estancia hospitalaria, de la estancia en UCI, del número de reintervenciones y reingresos y, en definitiva, del coste global de los procesos.

En su conferencia ‘Dolor Agudo y Crónico Postquirúrgico’, López Timoneda, académico de la RANM, abordó la dimensión del problema que afecta a un 80 por ciento de los pacientes sometidos a intervenciones quirúrgicas, definiendo las características del dolor agudo postoperatorio, que se presenta de manera espontánea tras la intervención, y que en parte viene derivado de las características de la cirugía, el tipo de analgésico y la sensibilidad de paciente. Analizó los motivos y el tratamiento de este dolor agudo postoperatorio.

La sesión también contó con la participación de Enrique Moreno González, académico de la RANM, que abordó la morbimortalidad en los procesos quirúrgicos.