R.C. Madrid | viernes, 23 de mayo de 2014 h |

La combinación de condroitín sulfato y glucosamina es igual de eficaz que el tratamiento con el antiinflamatorio no esteroideo (AINE) celecoxib en pacientes con artrosis de rodilla y dolor de moderado a severo, según el estudio Moves, desarrollado por Bioibérica. Presentado en el 40º Congreso de la Sociedad Española de Reumatología (SER), para buscar el origen de este ensayo clínico hay que remontarse al año 2006, fecha en la que se publicó un estudio de evaluación de la eficacia de la combinación de estos dos compuestos en la reducción del dolor y de la progresión de la artrosis de rodilla en The New England Journal of Medicine (NEJM).

En aquel momento, los resultados de la investigación no consiguieron demostrar esta igualdad en eficacia en el grupo de pacientes con dolor de leve a moderado, pero sí ofrecieron diferencias estadísticamente significativas en un subgrupo de pacientes con dolor de moderado a severo, motivo por el que se puso en marcha este estudio multicéntrico de confirmación en el que han participado un total de 606 pacientes procedentes de 42 centros de España, Alemania, Francia y Polonia.

Y ahora, ocho años después, estos resultados han sido efectivamente confirmados. En concreto, explica Francisco J. Blanco, director científico del Instituto de Investigación Biomédica de La Coruña (Inibic) y reumatólogo del Hospital de La Coruña, esta combinación de fármacos ofrece, a los seis meses de tratamiento, una reducción del dolor del 50 por ciento, una disminución de la incapacidad funcional del 45 por ciento, una reducción del 46 por ciento de la rigidez de la rodilla, un descenso de la inflamación del 53 por ciento y, por último, una disminución del derrame articular de hasta el 56 por ciento.

La ventaja principal de los resultados de eficacia comparable de esta combinación frente a celecoxib es su “mayor seguridad”, destaca Blanco, que subraya el aumento de la presión arterial y los problemas gastrointestinales, cardiacos y renales derivados del uso de los AINEs, sobre todo si se utilizan en personas de avanzada edad y de manera crónica, precisamente lo que ocurre en el tratamiento de esta patología.

Retos de futuro

La llegada de las terapias biológicas supuso una auténtica revolución, pero los reumatólogos no se conforman y ya investigan en lo que será, por ejemplo, el tratamiento de la artritis reumatoide (AR) en el futuro. Partiendo de la importancia que tiene el inicio “cuanto antes mejor” del tratamiento de estos pacientes y sabiendo que “la enfermedad empieza antes de que aparezcan los primeros síntomas, ya que los anticuerpos característicos de la AR como el factor reumatoide o los anticuerpos anti-péptido citrulinado están presentes en el organismo varios años antes”, José María Álvaro-Gracia, coordinador de la Unidad de Terapias Biológicas del Hospital de La Princesa, cree que, en los próximos años, las personas con alto riesgo podrían ser tratadas antes de que aparezca la enfermedad, evitando incluso su aparición en algunos casos, tal y como expuso en el Simposio ‘AR Horizons’, organizado por Abbvie.

Y, regresando al presente, este profesional no se olvida tampoco de los actuales agentes biológicos, que continúan protagonizando la mayoría de los ensayos clínicos que se han presentado durante el congreso. Así, por ejemplo, se mostraron nuevos datos de eficacia de ustekinumab y apremilast (este último, si bien es de naturaleza química, ha ofrecido buenos resultados en el tratamiento de la artritis psoriásica), además de resultados que validan la utilización de fármacos ya más antiguos en nuevas indicaciones como, por ejemplo, el tratamiento con retuximab de la vasculitis.

Osteoporosis

Prevenir las fracturas de hueso provocadas por la osteoporosis e ir más allá en el tratamiento de estos pacientes, no quedándose solo en la atención de la fractura, son dos de los objetivos que la SER y Lilly se plantean con el estreno del documental ‘Osteoredes’, dado el altísimo porcentaje de estos pacientes (86 por ciento) con osteoporosis que vuelven a sufrir una segunda fractura. Un problema que se solucionaría, apunta Eduardo Úcar, presidente de honor de la SER, si el especialista sospechara de cada paciente que llegue a la consulta con fractura ósea o factores de riesgo importantes como la menopausia.

Un reto imposible de conseguir si no mejora la coordinación y la integración “de manera que, una vez que el traumatólogo ha hecho la corrección quirúrgica, el paciente pueda empezar el tratamiento profiláctico para evitar futuras fracturas y/o sea remitido al reumatólogo o al médico de primaria”, afirma.

El reto de futuro es conseguir tratar a pacientes con artritis reumatoide antes de la aparición de los síntomas

El documental ‘Osteoredes’ recuerda la importancia de prevenir las segundas fracturas en osteoporosis