| miércoles, 31 de marzo de 2010 h |

Dr. Bartolomé Beltrán, director de Prevención y Servicios Médicos del Grupo Antena3

Empezamos a hundirnos. Ahora resulta que la reacción es en cadena. La farmacia está de duelo con un golpe mortal. La industria farmacéutica que tanto brujuleaba con firmas y acuerdos a derecha y a izquierda, también se ha quedado descolocada. Las relaciones de Humberto Arnés y su buen hacer no han bastado para que Trinidad Jiménez dejara de ofrecer en bandeja el primer pacto del Gobierno con la totalidad de las comunidades.

La flamante secretaria general de Fenin, Margarita Alfonsel, acaba de revisar un comunicado en el que la patronal de las tecnologías sanitarias asegura que el 20 por ciento de los empleos existentes en el sector de productos sanitarios financiados podría peligrar en los próximos años. Fenin manifiesta que la adopción de las nuevas medidas, según las cuales se reducirá un 20 por ciento el precio de los absorbentes de incontinencia de orina y un 6 por ciento el resto de productos sanitarios financiados y dispensados a través de oficinas de farmacia, indudablemente repercutirá en una reducción en las inversiones en I+D+i. Asimismo, califica estas medidas como economicistas y coyunturales, al tiempo que afirma que su aplicación vendrá a agravar el actual escenario de un sector cuyos precios además no varían desde 1988.

El otro día, en la “Jornada de Reflexión sobre el futuro de Muface”, el doctor Ángel Oso, en representación del Colegio de Madrid, dijo que a partir del año 2000, la avalancha de nuevas exigencias por parte de Muface no va seguida de la suficiente financiación. Las compañías empiezan a descolgarse del concierto con Muface y hoy solamente son tres las que resisten.

Pero… ¿qué pasa con los médicos? Ante esta situación de asfixia económica no es extraño que las compañías establezcan políticas de reducción de gastos. ¿Y cómo? Congelando los baremos de honorarios de los médicos e introduciendo nuevas formas de facturación para, en definitiva, reducir sus ingresos. Suprimiendo médicos de sus catálogos. Despidiéndoles de la compañía o suprimiéndoles del catálogo de mutualidades. Cancelando conciertos con hospitales que, por su alta cualificación, resultan más costosos. Lo que lleva a eliminar también los médicos que desarrollan su actividad en estos centros.