cecilia ossorio Barcelona | viernes, 17 de enero de 2014 h |

El cardiólogo Bruno García lleva las riendas de la Unidad de Hemodinámica del Vall d’Hebron, pero también ha desplegado velas para cruzar el Atlántico en seis ocasiones, dos de ellas en solitario (la Mini Transat, en 2003 y 2013), y siempre en regata. Dice que en el mar encuentra tranquilidad espiritual para pensar, pero su carácter aventurero va más allá. “Si me propusieran cruzar el Pirineo a pie, ¿por qué no?”, afirma.

Pregunta. Cruzar el Atlántico a bordo de un velero es una verdadera hazaña. ¿Qué receta prescribirías para lograrlo?

Respuesta. Si no es en regata, la receta es muy fácil. Es buscar tiempo, tener paciencia y conocer la navegación. Hay cosas mucho más difíciles y que requieren más esfuerzo en la vida, como por ejemplo tener un hijo, pero que no nos planteamos tanto.

P. Qué te interesó antes… ¿el mar o la cardiología?

R. El mar, porque me lo enseñaron mis padres, está inscrito en mi educación. De hecho, considero que mi mérito es haber descubierto la montaña.

P. Navegas en un velero antiguo. ¿En Cardiología prefieres la innovación?

R. Nunca hay que olvidar que en lo clásico muchas veces están los fundamentos. En barcos, no ha cambiado nada, sólo que los modernos corren más. En Medicina, los fundamentos están en la clínica y la exploración. En hemodinámica, la señal, la curva de la presión y la interacción con el paciente puedes evitarla, pero a mí me gusta controlar la primera y hablar con los enfermos.

P. ¿Encuentras paralelismos entre tu profesión médica y la afición de marino?

R. Hay dos fundamentalmente: la gestión del sueño, por las guardias, y la gestión del estrés o de las situaciones de riesgo. Aunque aquí el riesgo no es para ti, sino para el paciente, en el laboratorio de hemodinámica hay momentos en los que has de saber tener aplomo. En el barco es igual.

P. ¿Cómo es la función cardiaca de un cardiólogo que cruza el Atlántico en regata?

R. Estoy convencido de que no hay que tener un corazón tan bien preparado como el necesario para subir montañas. Tengo pacientes que han cruzado el Atlántico con enfermedad cardiaca. También conozco gente que lleva hasta aparatos de diálisis en el barco. Los marinos somos muy obsesos, cuando queremos navegar, navegamos. Es mucho más importante la parte mecánica, que no te duela la espalda, los brazos o las rodillas.

P. Los momentos más difíciles, ¿los ha pasado en el mar o en el hospital?

R. De riesgo inminente de integridad física, es evidente que en el mar. En el hospital, los momentos de sufrir por un paciente o por pensar que lo estás haciendo mal, de estrés psicológico. Lo de más riesgo que me ha pasado, curiosamente no fue cruzando el Atlántico, sino en un patín catalán, un barco muy pequeño, saliendo de Castelldefels. Era la época en que hacía la residencia y me iba por las tardes a navegar. Una vez que ya oscurecía se me rompió el palo cuando estaba muy lejos, volví de noche con un remo y pensé que no llegaba.

P. Con su rumbo actual… ¿Conseguiría el SNS cruzar el océano?

R. No soy el timonel, ni el navegante, pero como tripulante me da la sensación de que no vamos hacia buen puerto.

P. ¿Qué le recomendarías para enderezar su ruta y llegar a buen puerto?

R. Equipar mejor el barco. No es una cuestión de rumbo, sino que estamos desproveyendo al barco de muchos sistemas de seguridad o de prestaciones. Cuanto menos tiempo estás en el mar, más seguro eres. En la medicina, necesitamos medios para ser seguros.

P. Una regata requiere afán de superación. ¿También sirve en la clínica?

R. El otro día el cardiólogo Valentín Fuster decía que, en los malos momentos, siempre hay que seguir adelante. A mí me sirve mucho aplicar la filosofía del mar o de la montaña en el día a día. Cuando veo a los enfermos, intento ponerme en su piel. El día que te encuentras mal, hay que buscar pequeños placeres.

¿Qué te provoca taquicardia? Dar una charla en público.

En cuestión de comida… ¿mar o montaña? El mar.

¿Algún gusto de secano? Los botijos, me daría pena que desapareciesen.

Un refrán… No por mucho madrugar, amanece más temprano.

¿Has escuchado cantos de sirena? Sí, muchas veces me he equivocado.

¿Alguna superstición? No mucho, pero repito patrones en lo que me sale bien.

¿Un libro de referencia? Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar.