| miércoles, 24 de julio de 2013 h |

El grupo de investigación Proteómica Estructural y Funcional de la Universidad de Sevilla (US) ha descubierto una proteína que podría ser la base para el diseño de futuros medicamentos para luchar contra la malaria. Esta proteína con cobre, la rusticianina, tiene unas características muy parecidas a las de los anticuerpos y consigue que no se reproduzca el ‘plasmodium’, el parásito que provoca la malaria, en la sangre. El responsable de esta investigación y director del Centro de Investigaciones Científicas Isla de la Cartuja (CicCartuja), el catedrático Miguel Ángel de la Rosa, ha explicado que estos avances se encuadran dentro del proyecto de excelencia de la Junta de Andalucía ‘Búsqueda Estructural de Metaloproteínas Vegetales Capaces de Inhibir la Invasión Celular y Posterior Desarrollo del Parásito de la Malaria’.

El proyecto, a pesar de que concluye a finales de año, seguirá analizándose a través de otro proyecto dirigido por la investigadora Irene Díaz, que estudiará la Interactómica del Apicoplasto en Malaria. El apicoplasto es un orgánulo de origen vegetal que carece de clorofila, pero que mantiene todas las propiedades de las proteínas vegetales. “El objetivo es conocer en profundidad el funcionamiento de este falso cloroplasto, esencial para el desarrollo del ‘plasmodium’, y usarlo como nueva diana a la que dirigir los tratamientos”, afirma De la Rosa.

Además, este equipo de expertos está llevando a cabo también un estudio estructural y funcional del citocromo c, una proteína que contiene hierro y que se caracteriza por su multifuncionalidad. Esta molécula ejerce de agente de control en la muerte celular programada que se produce en los seres vivos diariamente para la regeneración celular ya que, cuando esta proteína sale de la mitocondria y llega al citoplasma, bloquea todo el metabolismo de la célula y comienza el desmoronamiento de la misma. “Tratamos de investigar con qué otras proteínas interacciona el citocromo y cómo es dicha interacción a fin de poder hacer también un estudio comparado entre las células humanas y las vegetales que nos permita observar sus diferencias y similitudes desde el punto de vista evolutivo”, explica este investigador del Instituto de Bioquímica Vegetal y Fotosíntesis de la Universidad de Sevilla y del CSIC. “Asimismo pretendemos comprender ciertas enfermedades, como el cáncer, que derivan de fallos en el equilibrio entre las células que nacen y las que mueren”, finaliza.