C.M.L. Madrid | viernes, 13 de mayo de 2016 h |

“Los estudiantes de medicina deben conocer en qué consiste el sistema de investigación y desarrollo de un fármaco, y los factores de los que depende, para generar un debate tanto en las facultades como en la sociedad, sobre los cambios necesarios para mejorar el acceso a medicamentos y responder a las necesidades de salud pública”. Así lo admite el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM) en su posicionamiento sobre investigación biomédica y acceso a nuevos tratamientos.

A pesar de que los estudiantes actualmente no cuentan en los planes de estudio con contenidos relativos al sistema de investigación, desarrollo y producción de un fármaco, tienen claro que el modelo actual es ineficaz e insostenible. Es por ello que defienden nuevas medidas para “garantizar tratamientos asequibles, eficaces y seguros para todos, de forma equitativa”, que no estén ni controlados ni promovido por las patentes .

En su informe, CEEM habla de profundizar en los esfuerzos colaborativos, promover la transparencia, evitar duplicidades y costes adicionales para acceder a la innovación. “El precio de los medicamentos debe estar desvinculado de los costes de I+D”, advierten, al tiempo que insisten en que hace falta más fondos para investigar en enfermedades olvidadas y hacer frente a las nuevas amenazas para la salud pública a nivel global.

“Se deben establecer criterios de interés público a la hora de financiar la investigación biomédica con fondos públicos, para garantizar que responde a las necesidades de la población”, indican.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada tres personas en el mundo no tiene acceso a medicamentos esenciales, que la OMS define como aquellos “que cubren las necesidades de atención de salud prioritarias de la población”. Partiendo de esta base, los estudiantes aseguran que el mercado farmacéutico ha sido víctima de “especulaciones de forma sistemática y tolerada por los organismos públicos”.

Aún con todo, acosenjan mirar a Europa para evitar “la existencia de una investigación que no responde a las necesidades de la población”.

Desde 2006, varios grupos de trabajo en la OMS han intentado crear un plan de acción global, amplio y equitativo para asegurar que la I+D biomédica responda a las necesidades de salud global. Como indican en su informe los estudiantes, este debate dio lugar a las recomendaciones que el Grupo Consultivo de Expertos en Investigación y Desarrollo (CEWG) publicó en 2012 .

Así, el grupo determinó que la forma más adecuada de mejorar el sistema de I+D biomédica y su impacto en salud global era mediante un acuerdo global, basado en financiación asegurada para enfermedades olvidadas o poco rentables para la industria farmacéutica; criterios de interés público a la hora de elaborar la agenda de I+D; principios de acceso libre y conocimiento libre de la I+D; y nuevos modelos de financiación no basados exclusivamente en los monopolios que otorgan las patentes.

Cogiendo esto como referencia los estudiantes apuestan por sellar un acuerdo similar.

Fallo en el sistema de I+D

En esta línea, desde CEEM hablan de una crisis en la innovación farmacéutica. Como ya hiciera la Organización Médica Colegial (OMC) (Ver GM nº561) exigen revisar y reformar con urgencia el sistema de patentes y los límites que se otorgan en el sector sanitario para medicamentos y productos sanitarios, así como los criterios para su financiación y establecimiento. Consideran que “la mayoría de las innovaciones no suponen una mejora terapéutica”. Así, se trata de medicamentos me-too (yo también) o me-again (yo otra vez), es decir, moléculas muy parecidas en su estructura y funcionamiento a otras existentes para las principales enfermedades crónicas. “Forman parte del fenómeno de evergreening o reverdecimiento que consiste en mantener bajo patente un compuesto de forma indefinida encadenando diferentes patentes sobre el mismo, ya sea a través de pequeños cambios químicos o adjudicándole nuevas indicaciones”, inciden.

Los estudiantes van más allá e inciden en que este modelo de innovación ignora las principales cargas de enfermedad. A juicio de CEEM en los últimos 10 años tan sólo el 25 por ciento de los fármacos comercializados han presentado algún beneficio terapéutico con respecto a los fármacos existentes. De este modo, están convencidos de que los monopolios de las patentes dificultan el acceso a los medicamentos. “El precio de los medicamentos parece justificarse con los costes de investigación, aunque, a día de hoy, no hay certeza de que los datos proporcionados por la industria farmacéutica sean reales”. En cualquier caso, aseguran que los costes de investigación y desarrollo no pueden determinar el precio final.

Por último, indican en su informe que los acuerdos de libre comercio apuntalan los monopolios de las patentes, bloqueando la producción de genéricos.