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Cápsulas magnéticas de unas pocas millonésimas de milímetro o una molécula sintética muy similar a la alfa-galactosiceramida se postulan como nuevas armas para inhibir el desarrollo de las células tumorales.
Científicos de la Universidad de Granada (UGR) experimentan con nanopartículas portadoras de fármacos que se inyectan en la célula con cáncer que, por un lado, contienen magnetita, maghemita o hierro para ser dirigidas con un imán al punto exacto que se quiere tratar, y por otro se recubren con materiales —polímeros biodegradables o biocompatibles, oro— que minimizan la respuesta del sistema de defensa del organismo.
“Este polímero es como la caja donde se guarda el fármaco útil, protege a la nanopartícula dentro de la célula y hace que permanezca dentro de ésta el tiempo necesario para que la medicación se libere y haga su efecto sin que el sistema la reconozca como algo externo y la expulse”, anota Ángel Delgado, investigador responsable del proyecto.
Además de biocompatibles, detalla que las nanopartículas son biodegradables, de modo que cuando entran en el organismo se van descomponiendo “sin liberar productos que sean nocivos”.
A pesar de que los métodos tradicionales de administración de fármacos seguirán dominando el escenario terapéutico, lo cierto es que la nanomedicina se va abriendo paso con estrategias como estas moléculas contenedoras del medicamento, que “reducen al máximo la administración de quimioterapia, muy agresiva con las células sanas”, puntualiza Delgado.
Por otro lado, un equipo de investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha diseñado una molécula que inhibe de forma controlada la formación de tumores, según publican en The Journal of Inmmunology.
Han sintetizado una molécula que, en experimentos con ratones, reduce drásticamente el desarrollo de metástasis en los pulmones en un modelo de melanoma.
Para lograr la respuesta inmunitaria, los científicos trabajan hace años con un glicolípido —la alfa-galactosiceramida— derivado de una molécula aislada de las esponjas marinas ‘Agelas mauritanus’. Sin embargo, sus efectos han sido demasiado potentes y desencadenaba “tormenta incontrolada de citocinas”. Esta vez, como explica el responsable del grupo en la UAB, Raúl Castaño, han realizado pequeños cambios en su estructura que la moderan y permiten una buena respuesta inmunitaria.