Encontrar índices que actúen como sensores que alerten de las decisiones a tomar sobre los númerus clausus —“abrir o cerrar el grifo”— para alcanzar el equilibrio con las plazas MIR y las salidas profesionales no es una utopía. De hecho, la profesión médica cuenta con las armas para hacerlo, un “lujo” que no tienen otras profesiones, pero debe institucionalizar un sistema que permita abrir un abanico de opciones para adoptar en cada convocatoria, en lugar de dictar normas que les aten.
José María Romeo, editor del blog MIRentrelazados, lanzó esta propuesta avanzando como indicadores de este posible observatorio, además de las plazas de Medicina, la matrícula efectiva y los licenciados de cada año en las facultades, la oferta MIR, el total de plazas elegidas y el reparto de estas y la tasa de especialización o satisfacción del continuo, que es la relación entre el total de plazas elegidas por españoles respecto de los licenciados nacionales, las vacantes y el número total de los que no pudieron o quisieron elegir, entre otros muchos parámetros. Además, Romeo cree que el cupo en la oferta del sistema de residencia se debería concretar por especialidad y no de forma general para adaptar las plazas a las necesidades del sistema.
Y es que el futuro laboral de los residentes parece casi reducido a la emigración y el paro, con una tasa de eventualidad cada vez más alta en las contrataciones. De hecho, el año pasado, 1.435 médicos pidieron el certificado de idoneidad a la OMC para trabajar fuera de nuestro país, según apuntó José Luis Bonafonte, de la Secretaría MIR de CESM.
En cuanto a la calidad de la formación de los futuros especialistas, aunque parece obvio deducir que se verá resentida, el representante nacional de Médicos en Formación del Consejo de Médicos, Fernando Rivas, alerta de la falta de mecanismos de evaluación del modelo actual. Por ello, cree que es el momento propicio de realizar cambios en éste y ve la troncalidad como “más necesaria que nunca” para ajustarlo a la realidad con herramientas evaluadoras reales para el MIR, el tutor, todos los profesionales que participan en la labor docente y el sistema en su conjunto. Además, apuesta por fomentar el uso de las nuevas tecnologías, por definir mejor las unidades docentes, regular la figura del tutor y tener en cuenta los cambios que van a traer las directivas europeas de cualificaciones profesionales y asistencia transfronteriza. “Las organizaciones profesionales debemos liderar el cambio y ejercer nuestro poder o desapareceremos”, sentenció.