Investigación/ La tasa de desempleados entre los investigadores españoles es todavía una de las más altas de toda la Unión Europea
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El Informe de Competitividad de la Unión por la Innovación analiza los puntos fuertes débiles y fuertes de cada uno de los Estados miembro
España necesita fortalecer una economía basada en el conocimiento, aumentar el número de empresas innovadoras y fomentar el empleo
A pesar de que Europa se encuentra todavía por detrás de los Estados Unidos y ha perdido el liderazgo que ostentaba en relación con las economías emergentes, los resultados logrados por el VII Programa Marco parecen demostrar un valor añadido europeo en materia de I+D. El objetivo es ahora evitar que la crisis deshaga el camino andado. El Europarlamento pide por ello a la Comisión Europea que el uso del VII Programa Marco tenga en cuenta las distintas consecuencias de la crisis en cada Estado miembro en los años finales del programa (de 2011 a 2013).
Así consta en la propuesta de resolución aprobada recientemente en la Eurocámara sobre la evaluación intermedia del actual programa marco. Habida cuenta de los importes considerables (28.800 millones de euros en tres años) que quedan por programar, los europarlamentarios piden, en particular, el alineamiento de los objetivos del VII Programa Marco con las estrategias europeas sobre eficiencia de los recursos, las materias primeras y la Agenda Digital.
La Eurocámara también incide en la financiación de la investigación. Lamenta el hecho de que esté tan fragmentada, con múltiples fuentes nacionales y comunitarias, que aplican prioridades, criterios de evaluación, definiciones y procedimientos diferentes, que da lugar a solapamientos innecesarios, confusiones, errores y falta de masa crítica. Por ello, solicita que tanto la Comisión Europea como el Consejo adopten medidas destinadas a garantizar la cooperación y la coordinación, sobre todo de cara al VIII Programa Marco.
carlos b. rodríguez
Madrid
La innovación en la Unión Europea (UE) necesita mejoras sustanciales en muchos campos para que la Estrategia Europa 2020 aporte un crecimiento sostenible e inteligente. Dicha estrategia compromete a la UE en su conjunto, pero también todos y cada uno de los Estados miembro. El informe de competitividad de la Unión por la Innovación 2011 analiza los puntos fuertes y débiles de los sistemas nacionales de investigación y aporta una base empírica para las políticas nacionales. España sale airosa del examen, aunque tiene mucho trabajo por hacer en gasto privado, I+D cooperativa y a la hora de escorar su sistema hacia una economía basada más en el conocimiento.
Europa avanza lentamente hacia su objetivo del 3 por ciento de inversión en I+D para 2020, pero existe una distancia creciente entre la UE y sus competidores mundiales, especialmente debido a la menor inversión de las empresas. España es un buen exponente de esta tendencia. Su intensidad de gasto en I+D ha pasado del 0,9 por ciento del PIB en 2000 al 1,38 por ciento en 2009. Es una de los mayores incrementos registrados en todos los Estados miembro de la UE, debido al doble esfuerzo realizado, tanto por parte del sector público como del privado.
El sector privado, gran reto
En tiempos de crisis, la inversión acumulada en I+D tiene un efecto contracíclico. Los países que han aumentado sus inversiones tienen mejores perspectivas de salir a flote. El análisis de la Comisión Europea confirma que 17 Estados miembro fueron capaces de mantener o aumentar sus presupuestos de I+D en 2009 y 16 lo hicieron en 2010. España cumplió un año, pero pinchó al siguiente. Eso sí, Bruselas valora que en los presupuestos de 2011 se blindaran las políticas de I+D en comparación a otras partidas de gasto.
Precisamente por ello cree posible que España llegue a invertir en I+D el 3 por ciento del PIB en 2020, aunque para ello reclama, en primer lugar, incrementos constantes en la tasa anual de inversión, principalmente desde el sector privado. El perfil elaborado por la Comisión Europea identifica el gasto privado como “el principal reto del sistema español de I+D”.
Desde 2000, las empresas españolas han incrementado su gasto en I+D casi un 45 por ciento hasta el 2009. Pero este esfuerzo es, a todas luces, insuficiente. “El todavía bajo nivel de gasto privado en I+D tiene un impacto negativo sobre la actuación española en I+D, y su capacidad para producir tecnologías competitivas y productos intensivos en conocimiento”, dice el informe español. En 2009 sólo llegaba al 0,72 por ciento del PIB, muy por debajo de la media europea, situada en el 1,25 por ciento, y, sobre todo, de los punteros de la OCDE: Alemania, los países nórdicos, Suiza, Japón y Estados Unidos.
Cambios estructurales
Entre 2002 y 2006 la expansión de la economía española se sostuvo, principalmente, en los sectores de baja tecnología y el de bienes y servicios. Sin embargo, esta inyección de conocimiento “no se ha trasladado directamente”, según Bruselas, “a incrementar la participación de valor añadido en el conjunto de la economía”. No ocurre lo mismo con el gasto creciente en I+D, que también se ha observado en los sectores de alta y media tecnología. El informe de la Comisión Europea cree que si esta tendencia continua “pueden esperarse efectos positivos para el conjunto de la economía”.
A la hora de fortalecer una economía basada en el conocimiento se espera que la Ley de Ciencia establezca un marco general para fortalecer y coordinar la contribución de la I+D al desarrollo sostenible y el bienestar social. Además, la Estrategia Estatal de Innovación aprobada en 2010 desarrolla muchas medidas para incrementar el gasto privado, el número de empresas innovadoras y el empleo en los sectores de media y alta tecnología.
Todos ellos son factores que se han visto lastrados por la crisis financiera en nuestro país, aunque es la ocupación uno de los asuntos que más preocupan a nivel europeo. Bruselas no deja de mencionar que la tasa de paro pasó del 8,3 en 2007 al 20,7 a finales de 2010. Y el sistema de I+D no ha sido ajeno a ello.
El número de investigadores como porcentaje del total de la población activa ha crecido de manera constante desde 2000 (en un ratio de crecimiento medio anual del 3,60 por ciento, superior a la media europea) y en el caso de los sectores de alta y media tecnología esto ha permitido que España ocupe la sexta posición en la UE. Sin embargo, la tasa de desempleados entre los investigadores es todavía una de las más altas de toda la UE.
Cooperación
La Comisión Europea califica a España como “un país dinámico con un sistema creciente de I+D”, algo que le permitió incrementar su gasto total en I+D entre 2000 y 2009 y su nivel de cooperación internacional, la calidad de su producción científica, su desarrollo tecnológico y la intensidad de conocimiento de su economía.
Pero queda todavía trabajo para que estos factores alcancen su pleno desarrollo. La internacionalización y la conexión a las grandes redes europeas de investigación es aún otro de los grandes retos del sistema español de I+D. España ha incrementado su cooperación internacional, como lo reflejan el número de publicaciones y patentes llevadas a cabo en colaboración con otros países, aunque no parece ser suficiente.
A pesar de los progresos, los investigadores españoles y las compañías aún mantienen una “posición marginal” en las grandes redes comunitarias. Más allá, en el Programa Marco, por cada cien investigadores, los científicos españoles tienen relativamente menos vínculos de colaboración con colegas de otros países. Pero las bases del cambio están puestas. Signo de ello es la mejor conexión internacional de las nuevas generaciones de estudiantes en los programas Erasmus y Marie Curie. ¿Ejemplos? En 2009 España era el cuarto país de la UE con mayor número de acuerdos Marie Curie.