LucÍa Barrera, Directora de
Gaceta Médica
| viernes, 30 de enero de 2015 h |

Los medicamentos biosimilares ya están aquí y han venido para quedarse. La pérdida de exclusividad de muchos biológicos ha hecho que tanto compañías fabricantes de genéricos como otras que se posicionan como innovadoras estén preparando el lanzamiento de este tipo de productos en los próximos meses. Su principal ventaja es el ahorro del 25 por ciento que podrían suponer en la factura de la farmacia de hospital. Aunque su impacto, según las estimaciones, no será comparable al que supuso la introducción de los genéricos, lo cierto es que si ese ahorro se reinvierte en las perentorias necesidades del Sistema Nacional de Salud, bienvenido sea.

No obstante, su introducción genera inquietudes entre los profesionales. Si bien en la teoría los conceptos están claros —la normativa garantiza la seguridad y calidad de estos fármacos y sólo se pondrán iniciar o intercambiar tratamientos si el médico lo considera oportuno—, en la práctica clínica la cosa cambia.

Los especialistas temen que los criterios economicistas vuelvan a primar sobre la libre prescripción del médico y dejan claro que apostar por un biosimilar en algunos casos puede suponer retrotraerse varios años respecto a las opciones ya disponibles. Con todo, se baraja la opción de utilizar estos tratamientos en pacientes naïve pero no en aquellos donde el biológico de referencia funciona. Y en este punto, la precariedad laboral de los profesionales puede añadir un elemento más, dado que el miedo a que se renueve o no un contrato de trabajo puede hacer que el médico sea más proclive a ceder a las presiones presupuestarias a la hora de optar por uno u otro tratamiento.

Habrá que ver el funcionamiento de las comisiones de farmacia de los hospitales, donde teóricamente se pone sobre la mesa el criterio de los especialistas. De nuevo nos encontramos con que este tipo de decisiones están al albur del equilibrio que los gestores de cada centro o comunidad quieran establecer entre la reducción de la factura y la calidad en la atención al paciente. Más leña al fuego de la inequidad.