Cardiólogos del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba y el Hospital Universitario Doctor Negrín de Las Palmas han demostrado que la implantación de un stent en los casos de coartaciones aórticas logra una supervivencia a los 18 años del 91%. Por tanto, el intervencionismo percutáneo es igual de eficaz que la cirugía en el tratamiento de los cuadros complejos de coartación aórtica que implican una cierta dificultad añadida, tanto a nivel quirúrgico como percutáneo.
La coartación aórtica es un trastorno cardíaco frecuente que supone el 8% de las cardiopatías congénitas. Consiste en el estrechamiento de una parte de la arteria aorta, lo que dificulta el paso de la sangre a través de ella. El tratamiento de esta patología, mediante cirugía o de forma percutánea (dependiendo de la complejidad de cada caso), es fundamental ya que si no se trata provoca la muerte prematura de forma natural a los 35-45 años.
Como afirma José Suárez de Lezo, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba y primer firmante del estudio, “nuestro grupo de trabajo fue el primero del mundo que reportó los resultados obtenidos de la primera serie mundial de pacientes con coartaciones aórticas complejas que fueron tratados mediante la colocación de un stent. Dichos resultados fueron publicados en 1995 por el American Heart Journal y fue a partir de entonces cuando se empezó a aceptar esta técnica percutánea para tratar a este tipo de pacientes que hasta aquel momento solo se trataban mediante cirugía. A día a hoy, el stent se ha convertido ya en el tratamiento de elección para estos pacientes”.
Los investigadores realizaron un análisis retrospectivo de más de 20 años de experiencia en los que se trataron de forma percutánea a un total de 59 pacientes que presentaban coartación aórtica compleja. Dividieron a los pacientes en cuatro grupos según el tipo de adversidad que presentaban: interrupción completa del flujo aórtico, pacientes que además de la coartación presentaban aneurisma, pacientes con estenosis compleja de la coartación y, por último, niños que requerían una readaptación del diámetro de la aorta.
Los resultados mostraron que, a pesar de las condiciones adversas, se consiguió la revascularización de la casi totalidad de los pacientes. Se produjo un caso de muerte súbita tras las tres primeras horas de la intervención, pero el resto de los 58 pacientes tuvieron una óptima evolución durante los diez primeros años tras el tratamiento.