J. V. Madrid | viernes, 06 de mayo de 2016 h |

Desde la primera hasta la última. Las vacunas han demostrado sobradamente su seguridad y su eficacia a lo largo de la historia. María Garcés hace una actualización para GM.

Pregunta. ¿Cuál es la aportación que han hecho las vacunas a la salud pública y a la sanidad?

Respuesta. Las vacunas son el mayor hito en salud pública, junto con la potabilización de las aguas, porque han conseguido salvar millones y millones de vidas. Son responsables del aumento de la esperanza de vida, que se ha doblado desde finales del siglo XIX.

P. ¿Cuáles destacaría por su impacto?

R. Haber conseguido la erradicación de la viruela ha sido un gran logro. La segunda enfermedad que estamos en camino de erradicar es la polio y estamos muy cerca de conseguirlo.

No existe ninguna vacuna que no haya demostrado un impacto importante sobre cualquiera de las enfermedades potencialmente prevenibles. Han conseguido disminuir la incidencia de patologías que eran muy frecuentes y, sobre todo, mejorar la calidad de vida de los niños. Hoy hay enfermedades que sólo permanecen en la memoria de los médicos…

P. Sin embargo, sigue habiendo una atmósfera de desconfianza y falsos mitos sobre ellas

R. De lo que ya no se tiene alrededor y de lo que no se tiene miedo, la gente empieza a perderle el respeto. Todos los que han puesto problemas a determinadas vacunas, cuando se ha incrementado la incidencia de una enfermedad infecciosa o ha habido una alerta, son los primeros que se han querido vacunar. En esta postura, también una falta de solidaridad con el resto, hay padres que se niegan a vacunar a sus hijos esgrimiendo que los demás niños están vacunados en España y por eso a sus hijos no les hace falta, pero cuando se van a otros países con riesgo toman conciencia y sí que vacunan.

P. ¿Por qué calan más esos mensajes a pesar de no tener fundamento científico?

R. Con este tipo de noticias se hace mucho ruido. Los estudios de Wakefield que asociaban la vacuna trivalente (sarampión, parotiditis y rubeola) con un aumento del riesgo de padecer autismo, hicieron mucho daño a la vacunación frente al sarampión y lo hicieron con conocimiento de causa, porque había detrás un negocio. Debemos sacar a luz la falsedad de estos datos. Es responsabilidad de todos: los médicos tienen que informar, y los medios de comunicación contribuir a que el mensaje adecuado llegue a toda la población.

Me entristece lo que hay detrás de los grupos antivacunas, pero el mensaje es siempre salvar vidas, porque no podemos olvidar que muchas de las enfermedaddes consideradas como benignas y propias de la infancia pueden llegar a tener consecuencias desastrosas.

P. ¿Pueden caber dudas sobre la seguridad de las vacunas?

R. A una vacuna se le exige el máximo rigor de seguridad porque se administra a sujetos sanos y a niños, con lo cual las exigencias son altísimas tanto en los ensayos clínicos que se realizan en su precomercialización como en el estricto control que se les exige cuando se autorizan y se utilizan en el día a dia. Están en continua vigilancia. Resulta curioso por qué hay fármacos, como la amoxicilina, que tiene la capacidad de producir un fallo hepático en uno de cada 100.000 sujetos y la gente la toma y no es consciente de ese riesgo y, sin embargo, hay más preocupación por las vacunas, cuyo riesgo de complicaciones prácticamente no existe.

P. Las tasas de vacunación frente a la gripe de los profesionales son bajas, ¿falta concienciación?

R. Está claro que la gripe ha sido la vacuna más maltratada porque se aplica en edades más avanzadas y no es el momento en que nuestro organismo tiene una buena respuesta inmune, lo cual no quiere decir que no sea efectiva. Los pediatras somos el referente en vacunación dentro del centro de salud porque estamos muy sensibilizados. Ejercemos una labor de información a los padres, pero también en vectores, por ejemplo, en la vacunación de la embarazada frente a la tosferina. Somos vacunólogos por excelencia.

P. Sin embargo, se habla más de gasto en vacunas que de inversión

R. En los estudios de costes cuando se evalúa lo que supone vacunar a niños en la mayoría de los casos se encuentra un ahorro sanitario muy importante. La vacunación puede administrarse a un sujeto en forma de protección individual o en forma de vacunación colectiva. Cualquier vacuna va a ser coste beneficiosa en aquel momento en que la enfermedad sea lo suficientemente incidente en el grupo de población. Por ejemplo, estamos muy contentos de disponer de la vacunación de la varicela dentro del calendario vacunal o la vacunación neumocócica.

P. ¿Está el sistema poco enfocado hacia la prevención?

R. En los últimos años la prevención ha ganado posiciones, y aunque no contamos con un calendario de máximos, nos encontramos en un momento dulce porque hemos conseguido que sea bastante completo. Es un orgullo. Nuestro gran objetivo es aplicar medidas de prevención que mejoren la salud de la población infantil.

P. ¿Cuál sería el calendario ideal?

R. El de máximos que en este momento está desarrollado por el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría. En este momento disponemos de la vacuna del rotavirus, que tiene la capacidad de disminuir la enfermedad no solo en el niño vacunado, sino también en los niños no vacunados y sobre la población general. Por otro lado, también pensamos que la vacunación del virus del papiloma humano (VPH) debería hacerse extensible a los varones y en términos generales una de las vacunaciones que estábamos esperando y que ya tenemos disponible es la vacunación frente a la gripe en vez de intramuscular, inhalada, ya que ha demostrado una mayor eficacia cuando se administra en niños y esta sería otra de las vacunas a plantear.

P. La vacuna del VPH también ha generado debate

R. En estos momentos, después de tantos millones de dosis administradas no cabe la menor duda de que no existe ningún tipo de problema de seguridad.

P. Ahora que la vacuna de la varicela ya ha vuelto a la oficina de farmacia, ¿qué enseñanzas se pueden sacar de ese episodio?

R. Para los pediatras fue una situación difícil del mismo modo que para los padres, que de repente tenían la vacunación de sus hijos incompleta porque la vacuna ya no se vendía en las farmacias. Una enfermedad potencialmente prevenible volvió a emerger, en los cálculos se estimaba que tendríamos un repunte de un 20 por ciento, que es lo que ha sucedido, y eso implica no sólo el hecho de lo mal que lo pasa un niño, sino del gasto sanitario que supone padecer esta enfermedad frente a una vacuna que es coste-beneficiosa y que ha demostrado que no tiene ningún riesgo inherente. La vacunación evita tanto la mortalidad como la morbilidad. Además, la población que se ha vacunado tiene menos riesgo de padecer en la edad adulta una enfermedad como el herpes zoster.

P. ¿A quién debería vacunarse que no esté cubierto?

R. Lo correcto es que se vacune a todo aquel que no haya pasado la enfermedad porque en este momento tenemos disponibles las dosis de vacunas también para los niños que no entren dentro de las consideraciones del calendario oficial de vacunación infantil.

P. ¿Están a favor de que la vacunación sea obligatoria?

R. La vacunación es un bien social. La situación hoy en España es correcta y los padres confían en las vacunas, siempre ha habido gente antivacunas. A los pediatras nos produce tristeza porque no son conscientes del flaco favor que le hacen a sus hijos, pero creo que la mayoría de la población sí valoran el tesoro que suponen las vacunas.

P. ¿Qué destacaría de los avances en los últimos años?

R. Hemos mejorado en la calidad del calendario y hemos avanzado mucho en prevención de la enfermedad del niño. Es un momento dulce gracias a la vacunación las enfermedades infecciosas, que prácticamente han desaparecido.

Es fundamental que nunca olvidemos el beneficio que ha supuesto el poder prevenir muchas enfermedades, desde la más leve hasta la más grave.

En la postura de los antivacunas hay una falta de solidaridad con el resto de la población”