Entrevista/ La falta de comunicación entre los profesionales es la principal traba para la coordinación
br
a.c.
Gijón
La Red Española de Atención Primaria (REAP) es una de las pocas sociedades científicas que aglutina a médicos, enfermeros y farmacéuticos. Uno de sus objetivos es consensuar y coordinar las actuaciones de todos estos equipos en beneficio del paciente, sobre todo del colectivo de polimedicados, uno de sus focos de atención más recientes. Durante la celebración (4 y 5 de junio en Gijón) de sus XV jornadas, “Polimedicación: solución o problema”, se centraron en “consensuar qué tiene que hacer cada profesional en la atención al polimedicado, tanto en situaciones normales como excepcionales”, tal y como explica a GM Borja García de Bikuña, tesorero de la Red Española de AP.
Pregunta. ¿Cuál es el mayor problema en la atención al paciente polimedicado?
Respuesta. El principal problema es que la polimedicación es una realidad que afecta a buena parte de la población y que provoca que haya muchos profesionales alrededor del paciente polimedicado, lo que en ocasiones genera problemas de fricción en su atención y en la efectividad de todos sus tratamientos.
P. ¿Son fricciones en sentido negativo, por dejadez de funciones, o en positivo, por acumulación de actuaciones parecidas?
R. Son fricciones en positivo. El paciente es de todos, y eso provoca que la implicación de los distintos profesionales en su atención pueda acabar chocando entre sí.
P. ¿Cada profesional es consciente de los límites de sus competencias en este campo?
R. No al cien por cien. Está claro a quién corresponde el diagnóstico, a quién la dispensación y a quién los cuidados. Pero en ocasiones surgen confrontaciones provocadas por la propia situación, no por el profesional. Por ejemplo, si un paciente acude a una farmacia en fin de semana tras salir del hospital y el farmacéutico observa una clarísima duplicidad terapéutica, tiene que actuar sin atender a posibles intromisiones.
P. ¿Cómo solucionarlo?
R. La solución pasa por la coordinación y que cada profesional tenga perfectamente delimitadas sus competencias. Lo primero de todo, como así hemos hecho en estas jornadas, es consensuar qué se entiende por una situación normal y qué entendemos por situación excepcional. A partir de ahí, ya se puede debatir qué debe hacer cada profesional en cada caso y hasta dónde puede llegar.
P. Pero habitualmente, el polimedicado tiende a acudir a la farmacia para resolver dudas o complicaciones, ¿no?
R. Sí, la realidad dice que la botica suele acabar siendo salvaguarda de estos pacientes. Por proximidad, por accesibilidad y, sobre todo, por la confianza que depositan en el boticario. Pero por mucha fe ciega que el paciente deposite en él, el farmacéutico no puede campar a sus anchas o hacer lo que le parezca, sino que tiene que funcionar de forma coordinada con el resto de equipos sanitarios y saber hasta dónde puede llegar, incluso en situaciones excepcionales.
P. ¿Hay que mejorar entonces las vías de comunicación?
R. Es vital. Un gran problema de coordinación es la falta de comunicación. De estas jornadas ha salido un documento de consenso en la atención a polimedicados que de nada valdrá si no hay contacto directo entre ellos.