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El experto puntualiza que el genérico empleado en la sustitución es una molécula 3TC, distinta al régimen FTC del innovador
Estudios demuestran que si la terapia fracasa el riesgo de resistencias es mayor en caso de 3TC, con su impacto sanitario y económico
C. O.
Barcelona
En el tratamiento del VIH, uno de los mayores logros alcanzado en los últimos años ha sido la posibilidad de administrar todo el tratamiento en un solo comprimido. Así lo valoran los expertos, y por ello este tema da pie a la controversia en un momento en el que algunas comunidades autónomas plantean deshacer los combos ante la llegada de los genéricos antirretrovirales.
En concreto, Cataluña plasma por escrito esta medida en su recientemente presentado “Plan de medidas urgentes para la sostenibilidad del sistema sanitario público”.
Para Antonio Antela, exvicepresidente de Seisida y médico adjunto de la Unidad de VIH e infecciosas del Servicio de Medicina Interna en el Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela, cuando se sustituye la combinación a dosis fija —la más utilizada es tenofovir, FTC y efavirenz— por los componentes por separado, “no se habla de lo mismo, ya que el genérico que se ofrece para poder reducir el precio es 3TC, una molécula parecida pero no igual a FTC”.
Según indica Antela, recientes estudios de distintos países demuestran que, en pacientes que están tomando 3TC y el tratamiento fracasa, la aparición de resistencias es mucho mayor que en los que reciben un régimen FTC, el fármaco incluido en el combo. “Si por un lado estamos dando un régimen que es más difícil de cumplir, lo que expone al paciente en mayor riesgo de fracaso de la terapia, y cuando ésta falla, hay un precio más alto a pagar, por la mayor probabilidad de desarrollo de resistencias, claramente estamos ofreciendo a los pacientes un tratamiento inferior”, aseveró el experto.
Si bien es evidente que ofrecer los fármacos por separado cuando uno de ellos es genérico supone una ventaja económica “notablemente importante”, Antela incide en que “habría que medir el valor añadido que proporciona tomar los componentes en un combo a dosis fija, y ajustar así el precio”. Por tanto, concluye que si la Administración sanitaria quiere reducir el precio del tratamiento en aras de la sostenibilidad y el acceso gratuito a todos los pacientes, debería “negociar un precio inferior al actual de los combos, pero que establezca el valor añadido”.
Pero la dinámica de los genéricos no termina aquí. Hay otros casos en los que, de acuerdo al concepto de coste-efectividad comparada, se realizan “sustituciones eficientes de medicaciones siempre y cuando sea posible”, como afirma Antoni Gilabert, gerente de Atención Farmacéutica y Prestaciones Complementarias del Servicio Catalán de la Salud. Defiende que ésa es la política macro, si bien se hará siempre “en base a un análisis individual según criterios clínicos”. Desde la Consejería de Salud no han estimado el ahorro de estas medidas en términos cuantitativos, y explican que cada entidad proveedora tiene sus márgenes. Como puntualizó Gilabert, hay innovaciones galénicas en las que la ventaja no es tan grande, o sólo favorece a un determinado número de pacientes, como el caso de las fórmulas disolubles en la boca.