r.C. Madrid | viernes, 14 de noviembre de 2014 h |

Uno de los principales indicadores de eficacia y eficiencia de un fármaco es, en muchas ocasiones, el cumplimiento terapéutico en el tiempo. Porque, como señala Rafael Arroyo, jefe de la Unidad de Esclerosis Múltiple (EM) del Hospital Clínico de Madrid, “con el paso del tiempo, ya sea por efectos secundarios o por descenso de eficacia, son necesarias herramientas de mayor adherencia”.

Con esta idea, la de mantener una tasa de adherencia superior al 90 por ciento —según los datos del estudio Reload, de seguimiento a tres años de pacientes con EM en tratamiento con interferón beta-1a administrado de forma subcutánea con el dispositivo RebiSmart—, Merck acaba de lanzar una nueva versión de este aparato. Entre sus principales ventajas, destacan expertos de la compañía, figura una mejora de la interfaz, un mayor tamaño y contraste en pantalla para facilitar la visualización “en aquellos individuos con problemas de visión” y, sobre todo, la incorporación de una tarjeta 3G —de ahí su nombre, RebiSmart 2.0— que permite una conexsión inmediata a la red para poder enviar los datos a una nube virtual.

De esta manera, el paciente ya no tendrá que esperar a llegar a la consulta del médico con su USB para descargar los datos en el ordenador, sino que podrá descargarlos antes para que el profesional pueda verlos antes también y, así, dedicar la consulta más a plantear cambios en la medicación para una optimización de resultados y menos a la entrevista clínica y a la consulta de síntomas y/o aparición de brotes.

Además, el dispositivo también permite el acceso a una nueva plataforma, MSDialog, que pretende “facilitar la comunicación entre profesionales y pacientes”, explican desde la compañía. Esta plataforma genera además una serie de informes de salud desde el punto de vista subjetivo del paciente que, para Arroyo, es uno de los aspectos más importantes. “La calidad de vida se mide muy mal en consulta, ya que requiere mucho tiempo”, enfatiza Arroyo, que cree que este sistema podría paliar en cierta medida esta carencia, muchas veces, de la práctica asistencial.

Todo ello con la idea de mantener esa adherencia de más del 90 por ciento en EM con el uso de este dispositivo. Un porcentaje muy importante teniendo en cuenta que, como apuntan desde la compañía comercializadora de RebiSmart, este porcentaje era de entre el 70 y el 75 por ciento hace solo cinco años, antes de su comercialización. Con esta actualización, esperan que el cumplimiento se mantenga en el tiempo o incluso pueda mejorar. En cuanto a cuándo podrá empezar a utilizarse, la compañía quiere empezar a reemplazar los dispositivos de manera progresiva, a los tres años de uso, si bien se atenderán las peticiones especiales sobre determinados pacientes que puedan hacer los profesionales. De cara a los reticentes a las nuevas tecnologías, Arroyo cree que habría que “estimular a todos los pacientes para que usaran esta herramienta”.