C. S. Madrid | miércoles, 02 de septiembre de 2015 h |

Alrededor de un 10 por ciento de la población padece enfermedad renal crónica (ERC) y no lo sabe, por lo que este dato es un indicador de que esta patología supone un problema de salud pública.

Así lo destaca Elvira Fernández, miembro de la Sociedad Española de Nefrología (SEN), quien pone el acento en la prevención. “Nuestro objetivo es hacer visible la ERC oculta para poder poner cuanto antes los medios médicos adecuados, de modo que la patología no progrese y evitar que los pacientes lleguen a diálisis o al trasplante”, continúa.

Si bien es cierto que, en las etapas finales, el tratamiento es “extraordinariamente caro”, no se puede centrar toda la atención únicamente en este punto, sino que hay que tener en cuenta que esta enfermedad influye notablemente en la calidad de vida de los pacientes. “Cuando llega a esas etapas, evidentemente, repercute en su vida diaria y provoca un daño psicológico y de salud”, apostilla Fernández.

La clave pasa por la prevención y por establecer programas eficaces. ¿Cuál es el problema? A pesar de que existen documentos de consenso que recogen los factores de riesgo y las medidas que se deberían tomar si estos aparecen, “no hay acciones concretas, ni claras” para implementarlas, explica.

En este punto, entran en juego las inequidades que existen entre CC.AA., pero también entre hospitales de la misma ciudad. “El principal escollo es la amplia variabilidad que existe, por ello tenemos que actuar de manera coordinada con las asociaciones de pacientes y conocer las dificultades o no de acceso a los tratamientos que tienen los pacientes”, puntualiza.

A su vez, el presidente de la Federación Nacional de Asociaciones para la Lucha Contra las Enfermedades del Riñón (Alcer), Jesús Molinuevo, insiste en que “todos tenemos derecho al mismo trato y si hay un tratamiento aprobado por el Sistema Nacional de Salud (SNS), los enfermos tienen que poder acceder a él con independencia de su lugar de residencia”.

Manifiesto

‘Acceso igualitario a los tratamientos’. Este es el cuarto punto de los 12 que componen el manifiesto de pacientes con ERC que ha presentado la Federación. En él, se exponen los derechos de este colectivo y se hace especial hincapié en la necesidad de ‘recibir información y educación adecuada sobre su enfermedad’ (punto 2).

Al respecto, Molinuevo afirma que quienes padecen ERC tienen que contar con autonomía “para decidir qué tratamiento quiere recibir e incluso para optar el no recibir ninguno, es decir; su derecho para elegir”. Aparte, indica que, por un lado, “el paciente debe estar informado sobre la enfermedad y las posibilidades de tratamientos que tiene y luego decidir de acuerdo con su facultativo”.

Finalmente, apuesta por la figura del paciente experto, ya que “puede ayudar a otras personas con una situación similar”. “Eso revertirá en beneficios para ellos y, al mismo tiempo, contribuirá a la sostenibilidad del sistema”, concluye.