Rafael Reig,
secretario general de Acción Sindical de SATSE
| viernes, 12 de diciembre de 2014 h |

Casi a diario se hacen públicos los resultados de estudios y análisis encargados por organismos e instituciones de gran prestigio, que nos hacen, por unos instantes o por unos días, fijar la atención en aspectos que, sin duda, nos afectan pero que en muchos casos consideramos alejados de nuestra realidad diaria.

Sin embargo, los datos de muchos de esos informes son prueba evidente de cómo ha ido cambiando nuestra vida en los últimos años y muchas de estas estadísticas también reflejan la situación que vivimos en cuanto a retroceso en derechos sociales que creíamos consolidados. Y nuestra salud, y por tanto el propio sistema sanitario, no están al margen de ello.

Cuando escribo estas líneas se acaba de publicar el informe de la OCDE que analiza diversos indicadores sanitarios respecto a 2012, y en el cual se plasma un año más para España un descenso del gasto sanitario por habitante cifrado en unos 250€ menos, al cual hay que sumar a los descensos de años anteriores. Es un dato frío que resume una realidad muy caliente: los gobiernos, y el nuestro también, se han propuesto cuadrar sus cuentas a costa de lo que sea, aunque esto afecte a cuestiones esenciales como la Sanidad.

No hay duda de que en este ámbito como en otros se puede y debe gestionar mejor, racionalizando gastos e inversiones, pero mucho me temo que hasta ahora la mayoría de las medidas adoptadas para controlar el gasto sanitario a quien más han afectado es a los ciudadanos (perdida de la universalidad de la asistencia sanitaria, copagos, listas de espera…).

Otro dato estadístico que quería resaltar es que los profesionales enfermeros son los grandes perjudicados del descenso en la financiación sanitaria, ya que su número vuelve a descender un año más pasando de los 5,5 enfermeras por 1.000 habitantes en 2011 a sólo 5,2 en 2012.

Debo destacar, además, que se computan conjuntamente tanto los profesionales de la Sanidad Pública como de la Privada e incluso los que no ejercen, de lo que se deduce que el número de enfermeras que de verdad están prestando asistencia sanitaria es aún inferior al que refleja la fría estadística.

Todos estos datos preocupantes, y muchos otros que no da tiempo a mencionar, aportan una información esencial para conocer la realidad que vivimos, y deberían ser utilizados para tomar las medidas que requiere nuestro Sistema Sanitario, incluidos sus profesionales, a fin de preservarlo e impedir su constante devaluación.

Sin embargo, creo que nadie se hace realmente responsable de lo que significan ni de las consecuencias que están teniendo sobre la salud y los derechos de los ciudadanos. Y mucho menos sirven para solucionar la difícil situación de los profesionales sanitarios y especialmente la de los profesionales de enfermería. Entonces yo me pregunto ¿para qué estas estadísticas?

Por favor, déjennos en la ignorancia. Seremos más felices.

Muchos informes nos dicen como está nuestra sanidad
y los responsables sanitarios no los tienen en cuenta