Como cada año, la primavera llega para traer nuevos sueños a miles de médicos jóvenes que, en un segundo, tienen que tomar una decisión para la eternidad en su trayectoria profesional.
Son médicos que se han formado durante años, con mucho esfuerzo, para obtener una calificación exigente en la prueba de selectividad que les permita estudiar medicina.
Tras ello, han ido superando cada una de las asignaturas en sus facultades y, en una vuelta de tuerca final, prepararse unas oposiciones que les permitan acceder a su formación como Médicos Internos Residentes.
Muy alejada la realidad de las series de ficción, tendrán que experimentar ponerse una bata blanca y escuchar a través del fonendoscopio los latidos de corazones cansados, acelerados y, en suma, perder la ‘gomina’ o la pintura de labios tras largas jornadas de horas de guardias.
Y serán médicos en la práctica. Dispondrán de su primera nómina y tendrán un largo camino que recorrer a lo largo de sus años de ejercicio.
En un segundo tendrán que optar por seleccionar la especialidad a la que dedicarán sus vidas durante décadas de sufrimiento, responsabilidad, estudio y satisfacciones. Todo ello mezclado en una coctelera donde los sueños se agitan mezclados con las exigencias de un mercado laboral convulso y con la burocratización de una profesión que va más allá de una prestación de servicios mercantilista.
Como profesor de la Facultad de Medicina de Málaga comparto con ellos sus miedos e inquietudes en su años previos a la temida y a la vez anhelada decisión de escoger especialidad.
Una decisión que les llevará, año tras año, a ejercer especialidades tan diferentes como pueden ser oftalmología, pediatría, cirugía plástica, radiodiagnóstico… o cualquier otra. Todas contienen unos ingredientes fundamentales: vocación, conocimiento, trabajo y, sobre todo, satisfacción y gusto por su práctica profesional.
Muchas dudas planean en sus cabezas ante la decisión final, que además viene coartada por el número obtenido en el examen y que condiciona una elección en ocasiones no del todo pensada.
Ante todo ello, cabe preguntarse si podríamos establecer una preparación más sólida en lo que supone tomar la decisión de escoger especialidad más allá del condicionante del número logrado.
En el Colegio de Médicos de Málaga, venimos desarrollando dentro de la Facultad de Medicina, la asignatura “Médicos veteranos para médicos noveles” donde médicos experimentados dan a conocer desde el trabajo real y las salidas profesionales de cada especialidad. Pero quizás no sea suficiente, por eso hemos comenzado el proyecto “Cuidamos al médico joven” donde avanzaremos en nuevas fórmulas para que ese momento que conlleva una decisión para la eternidad se sustente en las evidencias del conocimiento práctico.
La elección de plaza para el médico joven supone un reto. Es una decisión que marcará su vida en el ámbito profesional.