Fran Manzano, Gerente de Igarle,
Pte. de la plataforma GAIA Net Exchange
| viernes, 05 de febrero de 2016 h |

Los sistemas de registros de morbilidad y codificación clínica de la sanidad pública y privada en España han comenzado un camino que supone uno de los mayores retos a los que se han enfrentado en toda su historia. Efectivamente, el pasado 1 de enero entró en vigor el CIE-10-ES, que sustituye a la anterior Clasificación Internacional de Enfermedades en vigor (CIE-9-MC).

El cambio presenta un aumento muy significativo del número de códigos. De los 14.000 códigos de la CIE-9-MC en lo concerniente a los diagnósticos, se ha pasado ahora a 70.000 en el CIE-10-ES. En el caso de los procedimientos, se pasa de 3.000 a 74.000 códigos.

Así las cosas, toda una población compuesta por clínicos, gestores, codificadores, responsables de sistemas y personal de las distintas administraciones sanitarias han comenzado en la mayor parte del país un éxodo masivo informático que, actualmente, está afrontando, a pie enjuto, el paso por su particular mar Rojo.

El uso de una clasificación normalizada para la información clínica es la condición sine qua non con la que alimentar el Conjunto Mínimo Básico de Datos. Algo que no sólo sirve a gestores, epidemiólogos, especialistas y a las distintas administraciones, sino que es la imagen clara de qué problemas de salud afectan a los ciudadanos y cómo la sanidad se ocupa de dichos problemas. Y cuánto cuesta, por supuesto.

Este cambio no está exento de dificultades y retos. No sólo es imprescindible conocer una nueva serie de convenciones y directrices de codificación, sino contar con la documentación clínica necesaria, con el personal adecuadamente formado, con unos clínicos motivados y con unos sistemas de datos convenientemente adaptados.

La mayor clasificación que introduce el CIE-10-ES permitirá un mejor análisis de esos datos. Un análisis que, por un lado, tenga en cuenta las series históricas anteriores y, por otro, un análisis inteligente que proporcione verdadero conocimiento a las personas que han de tomar decisiones. Y, todo ello, en un modelo escalable, es decir, capaz de crecer conforme vaya aumentando la actividad asistencial a codificar.

Para extraer conocimiento de la información anterior existen herramientas informáticas que permiten la agregación de los datos, la integración sencilla de las distintas fuentes y un análisis útil, detallado y ad hoc según sean las necesidades del directivo.

La codificación de la información clínica irá en aumento durante los próximos años. En este proceso, la automatización y las ayudas informáticas se harán aún más presentes, ya que cada vez será más valioso el tiempo y más difícil manejar cantidades ingentes de datos; y tan importante como lo anterior, saber qué dicen esos datos. En este camino, afortunadamente, existen herramientas informáticas para hacernos la vida más fácil. Apoyarse en los expertos para hacer más en menos tiempo. De eso se trata.

Es imprescindible contar con la documentación, con unos clínicos motivados y unos sistemas de datos adaptados