hepatología/ 35º Congreso Anual de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH)
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Un estudio demuestra que alargar el tratamiento en los respondedores lentos con genotipo 1 sólo beneficia a un subgrupo: los menores de 40
Todo apunta a que el marcador IL28 podría identificar a los que mejor responden y predecir la respuesta virológica sostenida, elemento clave
irene fernández
Madrid
El tratamiento estándar para la hepatitis C (VHC) crónica en pacientes con genotipo 1 (los más resistentes al tratamiento) suele durar 48 semanas. Últimamente, se estaba recomendando, sin una base científica sólida, alargarlo hasta las 72 para estos pacientes conocidos como “respondedores lentos” (no logran negativizar el virus hasta la semana 12 o, incluso, hasta la 24). Pero, un estudio internacional, denominado Success, dirigido por la doctora María Buti, del Hospital Vall d’Hebron, y que ha abarcado 1.500 pacientes de 140 centros de todo el mundo, demostró que prolongar el tratamiento para todos los respondedores lentos no es útil, porque aumenta el número de efectos adversos y el coste del tratamiento.
Sin embargo, sí se ha identificado un subgrupo de pacientes que puede beneficiarse: los menores de 40 años. “Creo que en un futuro la recomendación de alargar el tratamiento para todos no es lo mejor y debemos acotarla a los pacientes jóvenes respondedores lentos que, probablemente, tengan un polimorfismo CC, asociado a curación”, explicó Buti en el marco del 35º Congreso de la AEEH, celebrado la semana pasada.
“Los jóvenes que a las ocho semanas no habían respondido al tratamiento podían llegar a mejorar con las 72”, dijo Rafael Esteban Mur, del mismo hospital, quien también participó en el estudio.
Precisamente, predecir la respuesta virológica sostenida es un elemento muy importante, según Marcelino Silva, del Hospital Universitario Austral de Buenos Aires. Y “cuanto más precoz es la negativización del ARN del VHC mayor es la tasa de respuesta viral sostenida y menor la de recaída”, dijo, como conclusión del estudio Ideal. Este estudio, que abarcó 3.000 pacientes de 150 hospitales de EEUU y cuyos resultaron se presentaron en primicia en el congreso americano de la especialidad el pasado año, ha sido el primer ensayo clínico aleatorizado a gran escala en el que se han comparado los principales tratamientos para la hepatitis C crónica: la terapia combinada con peginterferón alfa-2b (Pegintron) más ribavirina (Rebetol), y con peginterferón alfa-2a (Pegasys) más Copegus, también ribavirina.
Además, se observó que un mayor número de pacientes tratados con peginterferón alfa-2a recayó tras finalizar el tratamiento. “Por eso, estamos revisando estos estudios para ver el por qué la predictibilidad de estos dos interferones es diferente —continuó—, y parece que la velocidad de acción es uno de los elementos clave”.
Eso sí, “por primera vez tenemos un marcador genético (IL28), que aún no está validado en todos los estudios, pero que los resultados de Ideal apuntan a que nos permitirá identificar a los pacientes que responden mejor”, indicó Mur.
Los pasos del VIH
En base al futuro, e igual que ocurrió con los tratamientos del VIH, Esteban Mur apostó por que la mayoría de pacientes podrán curarse con el tratamiento triple —combinación de interferón pegilado y ribavirina, más un antiviral (inhibidor de la proteasa o polimerasa)—. Porque, como explicó, los inhibidores de proteasa consiguen una bajada de la concentración viral muy rápida y espectacular. Pero “todo el abanico de resistencias de estos nuevos fármacos es lo que ha ralentizado la investigación clínica y muy probablemente sea el talón de Aquiles”, dijo Silva.
Algún estudio piloto de corta duración actualmente ya está utilizando los dos inhibidores en solitario. “Al inicio cae la concentración viral pero luego se dan resistencias”, enfatizó Mur. Y por eso, “el interferón no podremos abandonarlo aún”, concluyó.