CARMEN M. LÓPEZ Madrid | viernes, 13 de abril de 2018 h |

Jugar al pádel, coser, cocinar… y el mar… pero el mar con matices. Apenas es la punta del iceberg de todas las aficiones que Mónica lleva en jaque. Nos quedamos con la más original que es la recolecta de bígaros o lapas en un pedrero asturiano. Todo ello acompañado de una buena comida entre amigos y familia es su día perfecto.

Pregunta. Tu aventura ‘marina’ comenzó desde niña, ¿cómo es un día recolectando?

Respuesta. Lo primero que hago es ver las mareas. Cuando veo que esta me lo permite, me bajo con mi cesta. Generalmente sola y me quedo horas cogiendo bígaros y lapas en El Pedrero. Cuando yo era cría se cogían más cosas: quisquillas, nécoras… Poco a a poco eso ha ido cambiando.

P. ¿De alguna manera esta afición ayuda a desestresar en el día a día?

R. Me sirve muchísimo. Actuamente tenemos un problema y es que no nos da tiempo a pensar en el día a día. Pienso en dos sitios: en el coche conduciendo —cosa que me preocupa—, y luego allí: en un paraje al lado del mar, que también es un parque natural… Me puedo tirar dos horas y media conmigo misma.

P. ¿Qué recolectáis los profesionales en el día a día?

R. Muchas cosas: angustias de los pacientes, problemas, pero también satisfacciones… Los pacientes son muy agradecidos. Recolectamos experiencias todos los días, que es lo más apasionante de nuestra profesión. A los estudiantes les digo que tenemos el mejor trabajo del mundo porque nunca es igual. Cada paciente es un reto, y por ello, somos una especie de Sherlock Holmes con cada uno. Esto te estimula a descubrir, a estudiar y a investigar. Hay pocos trabajos así.

P. ¿Das puntadas con hilo en todas tus aficiones?

R. Sí. Soy afortunada. Tengo más aficiones de las que puedo practicar y más amigos de los que puedo cuidar como a mi me gustaría. A veces tengo que gestionar las cosas. Soy así por carácter en mi vida personal y en el trabajo. Me lanzo a todo y me cuesta decir que no a algo.

P. Una de ellas es el tejer…

R. Coso lo que se me ocurra. Yo tejo desde niña, porque mi madre decía que no podíamos estar sin hacer nada. Si me ponía un rato en la tele, me traía las agujas de tejer. De adolescente todos los jerseys me los hacía yo, y me los reconvertía de año en año. He reutilizado la misma lana para hacer otras prendas.

P. ¿Cómo se están encajando todo el ‘bolillo’ de la especialidad?

R. Muy bien. Los reumatólogos aceptamos muy bien todo lo que nos viene. Somos especialistas bastante comprometidos y gestionamos muy bien las novedades. Se han dado importante innovaciones terapéuticas que han supuesto poder ofrecer opciones que antes no tenían, y los resultados están siendo muy buenos. Se está investigando mucho y están saliendo importantes innovaciones terapéuticas.

P. Los biosimilares son un nuevo telar…

R. Claro. Son un nuevo telar que generará competencia y una bajada de precios en todos los fármacos. El problema de las innovaciones es el precio, aparte de que tenemos que gestionar a los pacientes de manera más cercana. En un momento de crisis económica donde se cuestiona la sostenibildiad del sistema, es una preocupación para los reumatólogos también. Tenemos que intentar que los tratamientos sean accesibles a todos.

P. Pero, además de estas aficiones, la cocina es tu pasión… ¿Cuál es tu plato estrella?

R. Hago muy bien la comida tradicional. En cocina, innovo lo justo. En cuanto a platos: la carrillera es un plato que suelo hacer porque gusta mucho, o las mollejas de ternera.

P. Oído chef. ¿La receta para el SNS?

R. Es complicado. Tenemos una situación difícil. Llevo más de 30 años y veo realmente que ahora la situación es compleja por todo: el escenario ha cambiado, el paciente es exigente, está informado, el médico ha cambiado. Quizá no tenga tanta vocación de servicio, como antes, esto a lo mejor es bueno. Nuestra generación debería haber luchado más por conseguir un reconocimiento mayor del médico en todos los sentidos. Quizás es culpa nuestra. Creo que tenemos un SNS con enfoque maravilloso, que da las mismas oportunidades a todo el mundo, pero es verdad que es sostenible a costa de las personas que trabajan en él.