Esther Martín del Campo Madrid | viernes, 15 de diciembre de 2017 h |

“Decimos que no hacemos música, hacemos magia. Y la música es el vehículo. Llevamos momentos de felicidad y bienestar y conseguimos que la gente se olvide de su enfermedad durante un rato”.

Son palabras de Guillermo Giner, uno de los tres patronos de la Fundación Músicos por la Salud. Hace ya dos años que decidieron llegar con la música a otra parte y apostaron por hacerse oír en el ámbito sanitario. Tanto que, a día de hoy, han ofrecido ya nada menos que 3.000 microconciertos en 23 hospitales, 95 centros sociosanitarios y tres centros de refugiados.

Su idea parte de una filosofía bien clara. “La sanidad debe humanizar el trato del médico y el paciente, pero también los espacios, y ahí estamos nosotros, aportando felicidad a quienes están en estos lugares”, subraya Giner, que explica cómo funciona su actividad. Cuando un hospital se adhiere a la iniciativa se realiza un programa anual, con un mínimo de 44 visitas al año. Cada visita, en horario de mañana o tarde, tiene una duración de dos horas, que los músicos reparten en cuatro servicios distintos según las indicaciones de cada centro.

El hospital oncológico de día, las unidades de cuidados intensivos, las salas de hemodiálisis y los servicios de salud mental son los escenarios habituales de estos pequeños conciertos, aunque también dan la nota en áreas de rehabilitación, atención domiciliaria, oncología en planta, paliativos y un largo etcétera, en función de las prioridades del hospital.

Giner asegura que la combinación de canto y guitarra es una de las más demandadas. Además, los músicos, que son profesionales, adaptan su repertorio a los gustos del público, en el que triunfan desde grandes clásicos como “Clavelitos” en los centros sociosanitarios a los últimos éxitos de Chayanne o Shakira en las plantas con pacientes más jóvenes.

La fundación se financia con donaciones modales de empresas privadas que se transforman en microconciertos, explica su patrono. Las compañías mecenas eligen así los centros en los que se ofrecerán los recitales, y también permiten que el personal de estas empresas puedan participar como voluntario en algunos de ellos.

Además, la fundación está impulsando cuatro estudios clínicos que pretenden dar un aval científico a lo que ellos aseguran que ven en su día a día, que es el poder terapéutico de la música. Giner explica que en este frente la fundación colabora con la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia, dentro del área de la Neurobiología, y, entre otros frentes quieren profundizar en el impacto de la música en pacientes con dolor neuropático y en coma. No obstante, aclara que su labor no es la musicoterapia, que tiene que ser realizada por musicoterapeutas titulados, aunque entiende que es incuestionable el efecto de su música en el ánimo de los pacientes.

Aunque son conscientes de que es una iniciativa joven, se muestran especialmente satisfechos con los reconocimientos obtenidos hasta la fecha, como el premio de la Fundación ECO a la iniciativa solidaria, o el de Hospital Optimista, junto al Hospital General de Valencia, que les aportan una visibilidad, explica Giner, que allana el camino al mecenazgo.

Sin perder el ritmo de los conciertos, preparan para final de año una actividad especial con la darán la campanada el próximo 28 de diciembre en la presentación de su memoria anual. En este acto contarán con el testimonio de una docena de pacientes con cáncer que explicarán su experiencia con el tratamiento. El “do de pecho” para un 2017 que que cerrarán con buena nota.