Mejorar o incluso salvar la vida de una persona a través de la donación de órganos y tejidos es uno de los actos de generosidad más grandes que existen. En el caso de España, la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), ha mostrado el liderazgo del país en cuanto a trasplantes de órganos y tejidos en 2022: 5.383 trasplantes, lo que corresponde a una tasa de 113,4 por millón de población.

Este número de trasplantes fue posible gracias a las 2.196 personas que donaron sus órganos tras fallecer, y a las 355 personas que donaron un riñón o parte de su hígado en vida.

En la presentación de la actividad de la ONT en 2022, se dieron datos relevantes de procedimientos de trasplantes. El año pasado hubo un aumento de la actividad del 13 por ciento con respecto a 2021.

Amado Andrés Belmonte, coordinador de trasplantes del Hospital 12 de Octubre, ha explicado a Gaceta Médica su trayectoria profesional, en la que destaca tanto momentos con éxito en los que los trasplantes causaban un impacto sumamente positivo a los pacientes, como momentos en los que el cuerpo del trasplantado rechazaba el órgano o tejido.

En el caso de España, la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), ha mostrado el liderazgo del país en cuanto a trasplantes de órganos y tejidos en 2022: 5.383 trasplantes, lo que corresponde a una tasa de 113,4 por millón de población.

El especialista asegura que la experiencia del trasplante es “muy satisfactoria”, sobre todo en trasplantes de riñón. “En los años 60, cuando se pedía la función del riñón, se disponía de la diálisis para mantener vivo al paciente, pero es un tratamiento parcial, una terapia bastante invasiva durante varios días a la semana, con lo cual su calidad de vida y sus expectativas se ve mucho más mermada que si se realiza un trasplante”, explica el coordinador de trasplantes del 12 de Octubre.

Cuando Belmonte llegó al Servicio del Hospital, apenas se habían realizado 300 trasplantes renales y en este momento rozan los 4.500. “Muchos pacientes llevan 25 años trasplantados y con emoción se acercan para decirme cómo cambio su vida en el momento en que pudimos trasplantarle”, destaca el especialista.

Para los pacientes, el trasplante es un cambio radical de vida. “Sentirse normal como antes de tener la insuficiencia renal es algo habitual en los pacientes, además de una gran liberación”, señala Belmonte.

Por su parte, José Ángel López Baena, coordinador de la Sección de Cirugía de Trasplante Hepático del Hospital Gregorio Marañón, destaca que el sentimiento que ha sentido, junto a sus compañeros, en los 53 trasplantes hepáticos realizados en 2022, es de “una gran satisfacción” porque “sabemos que se está librando a una persona de una muerte segura en corto espacio de tiempo”.

“Además, estamos muy orgullosos de pertenecer a un sistema y una organización que es capaz mantener unos números tan extraordinarios de donación y trasplantes que ayudan a tantas personas”, matiza López Baena.

Estos trasplantes a veces tienen un impacto significativo, como, según explica el coordinador de Trasplantes del Gregorio Marañón, aquella vez que realizaron el primer trasplante hepato-cardiaco, que duró más de 12 horas e involucró a 30 profesionales de varios Servicios. “Dada la magnitud del proceso, su planificación conllevó la elaboración consensuada de un protocolo multidisciplinar específico de actuación para abordar decisiones rápidas en todos los escenarios posibles”, asegura López Baena.

Impacto en pacientes

Y de esa misma libertad sintió Juan José Pérez, paciente que recibió un riñón en 1995. “A raíz del trasplante pude reiniciar lo que había dejado años atrás cuando conocí la enfermedad (Glomerulonefritis Membranosa) o cuando entré en hemodiálisis dos años y medio antes”, explica Pérez, para quien el deporte era parte esencial en su vida.

La diálisis era una limitación constante, y especialmente en verano. “Tenía la esperanza fundada de que, gracias a la generosidad y alto grado de humanidad de las personas, podría algún día ser receptor de un riñón”, señala Pérez.

Las primeras sensaciones después del trasplante, según explica el receptor del riñón, fueron “indescriptibles”. “Me estaba dando cuenta de que me encontraba con fuerza, no me acordaba de la hemodiálisis, madrugaba para poder aprovechar el tiempo al máximo y daba gracias a los héroes que con un acto altruista y generoso habían donado los órganos de un ser querido”, afirma.

La fuerza de la que habla Pérez se ha visto reflejada en los Juegos Mundiales para deportistas Trasplantados a los que se ha presentado. “Hace ahora casi 27 años que me trasplantaron y procuro hacer una vida sana y responsable con mi cuerpo, lo que me está proporcionando una gran calidad de vida y me permite realizar labores altruistas que me apasionan”, finaliza Pérez.

«Tenía la esperanza fundada de que, gracias a la generosidad y alto grado de humanidad de las personas, podría algún día ser receptor de un riñón”

Juan José Pérez, paciente que recibió un riñón en 1995

“Volvía a sentirme vivo de nuevo”. Así se sentía otro paciente trasplantado, de hígado esta vez. Antonio Vargas, que recibió un trasplante en el Hospital Gregorio Marañón.

A raíz de una reducción de estómago, se detectó que su hígado era fibroso por filtración de grasa. “Eso sumado a una mala absorción digestiva provocada por la cirugía hizo que el hígado se viera afectado del todo y empezara a tener síntomas de hígado cirrótico”, explica Vargas.

A pesar de los vaivenes emocionales que supone el proceso de trasplante, Vargas asegura estar “muy agradecido con todo lo aprendido”. “Es un golpe de realidad que te pone los pies en el suelo, te hace ver lo que de verdad importa en la vida, te enseña a priorizar y sobre todo a valorar las pequeñas cosas a las que no solemos darle importancia en el día a día”, añade el paciente.

A raíz del trasplante, Vargas explica que el Gregorio marañón fue su “segunda casa”. El cuidado del hospital hizo que se disiparan todas las dudas e incertidumbre e hizo que su recuperación fuera “más fácil”.

Mejoras en el procedimiento

Como en cualquier ámbito de la medicina, y de la vida en general, siempre se pueden mejorar los procedimientos. Para el coordinador de trasplantes del Hospital 12 de Octubre, la principal medida que debería tomarse para perfeccionar este proceso es el acceso a la donación.

“España es el país que más donantes de personas fallecidas tiene del mundo, aun así, tenemos un sistema que instauramos en los años 90 en todos los hospitales españoles para identifica las personas que fallecen y que tienen capacidad para ser donantes, y no todas las personas que fallecen tienen órganos viables”, explica el especialista, quien añade que hay que seguir intensificando los esfuerzos para que se identifiquen cada vez más potenciales donantes, para así tener mayor oferta de órganos.

“Desde el punto de vista de elegir a los enfermos que se pueden trasplantar, también podemos seguir mejorando. Hay que hacer un esfuerzo para que las personas mayores que están dializándose también puedan tener acceso al trasplante”, finaliza Andrés Belmonte.

Por su parte, López Baena, explica que en cuanto a la ONT, “ha dado muestras de ser la mejor organización de trasplante del mundo”.

“Sin duda todo es mejorable, y por eso creo que la Organización no cesa en el trabajo continuo año a año y en colaboración con los profesionales sanitarios para abrir nuevos horizontes, como por ejemplo el trabajo que se está haciendo con los equipos trasplantadores y las nuevas formas de recuperación de órganos con las máquinas exvivo”, concluye el especialista.


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