Julia Almagro Madrid | viernes, 08 de febrero de 2019 h |

El verdadero logro llegará cuando no sea necesaria la designación de un día especial para reivindicar la igualdad de oportunidades de niñas y mujeres dentro del ámbito científico. O cuando la Historia salde su deuda con respecto al anonimato femenino y nombres como Isabella Karle, Lisa Meitner, Jocelyn Bell, Ángeles Alvariño o Rosalind Frankin, entre tantas otras, reciban el reconocimiento justo que siempre han merecido.

En diciembre de 2015, la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU), eligió el 11 de febrero, como Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Dicha iniciativa respondía a la necesidad de visibilizar el trabajo de las mujeres científicas y poner de relieve los obstáculos que encuentran a lo largo de su trayectoria profesional. También se pretendía erradicar unos estereotipos que, pese a resultar terriblemente arcaicos, parecen estar fuertemente arraigados en la sociedad, y cuyo pernicioso efecto termina alejando a las más pequeñas de considerar la Ciencia como opción profesional válida.

La cuarta edición internacional

Durante casi un cuarto de siglo, las Naciones Unidas han alertado a la Comunidad Internacional sobre la existencia de una significativa brecha de género en la Ciencia. Sin embargo, ha sido durante los últimos cuatro años que se ha apostado por realizar un esfuerzo extra en combatirla mediante la celebración de un día propio.

Según las investigaciones del Proyecto Hamilton, llevadas a cabo por el Instituto Brookings, la representación de la mujer en entornos científicos es pobre. Pese a lograr hasta el 57 por ciento de los títulos universitarios, esta cifra se ve reducida a un escaso 35 por ciento cuando hablamos de carreras de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas. Una estadística que es necesario cambiar porque, tal y como aseguran Naciones Unidas y el Banco Mundial, apostar por el talento femenino supone toda una estrategia económica inteligente que ayudaría a acelerar el desarrollo sostenible. Las mujeres tienen mayor tendencia a reinvertir las ganancias en su comunidad y son capaces de crear innovación y negocios con propósito.

Acciones en España

En nuestro país, la iniciativa 11defebrero.org, lleva tres años haciéndose eco de la propuesta de la ONU para impulsar el rol femenino en la Ciencia. En esta ocasión, durante la primera quincena del mes de febrero, desde diferentes entidades, se han organizado más de 2.200 eventos, en los que participarán 900 personas de la comunidad científica, en su mayoría mujeres, impartiendo múltiples charlas y talleres. También tendrán lugar otro tipo de actividades, muchas de ellas orientadas al entorno escolar, como exposiciones, cuentacuentos, visitas a laboratorios, “editatones” de Wikipedia, etc.

Un esfuerzo dilatado en el tiempo

Pese a la gran visibilidad que confiere esta jornada a la situación de la mujer en la Ciencia, la resolución del problema pasa por mantener el compromiso en el tiempo y lanzarse a tomar acción. Fundamed y la Fundación Mercksalud lo han hecho, al impulsar recientemente el encuentro ‘Mujeres Investigadoras’. También Gaceta Médica, trabajando junto a Marie Claire en un proyecto prometedor: ‘Mujeres de la Sanidad’.

“Efecto Matilda”

El “efecto Matilda” es la expresión que define la tendencia histórica a infravalorar los logros científicos conquistados por mujeres. Algo evidente que se aprecia en la necesidad que tuvo Pierre Curie de insistir a la Academia de Suecia para que el Premio Nobel de Física recayera también sobre su esposa. Aunque Marie Curie sí obtuvo su reconocimiento, muchas otras, no lo hicieron. Así, son muy pocos los que saben que Nettie Stevens descubrió los cromosomas que determinan el sexo, o que Rosalind Franklin estuvo detrás de la comprensión de la estructura del ADN, por ejemplo.